Hotel Las Salinas
Este relato contempla vivencias y anécdotas personales del autor.
A principios de la década de los 50 del siglo XX el fenómeno del turismo, tal y como lo conocemos hoy en día, no existía, eran viajeros con cierto poder adquisitivo los que nos visitaban y todos se alojaban en el Parador de Ifach. Inaugurado este en 1935 con sólo 12 habitaciones amplia su capacidad hasta las veinte y nueve en la década de los años cincuenta. Son los años en que José Más Capó, empresario de la vecina Benisa y propietario del Peñón de Ifach desde 1952, decide iniciarse en el negocio de la hostelería, para ello emprende la ingente tarea de construir dos hoteles de lujo en el término de Calp. Adquiere el conocido “bancal de las salinas” en el llano del Saladar, un terreno insalubre de 4100 metros cuadrados a Miguel Bordes Pastor, con la intención de construir en este solar el más pequeño de los dos hoteles, en este caso del futuro Hotel Las Salinas. El terreno adquirido por Más en Junio de 1956 por un precio sumamente barato y aquí cabria hacer un inciso en este relato; Miguel Bordes tenia este terreno, heredado de sus padres, para plantar trigo y cebada, el cual estaba atravesado por una acequia en la que había agua dulce encharcada en la que los mosquitos proliferaban abundantemente. Era tal la cantidad de estos que cuando labraba la tierra tenía que frotar al mulo con vinagre y con sacos cubrirlo. Ambos acababan llenos de picaduras. Cultivar y recoger la cosecha en el bancal de las salinas era un verdadero suplicio. Por esa razón, Miguel decidió vender esta tierra a muy bajo precio, a pesar de la oposición de su esposa Josefa que no creía posible la construcción de un hotel en tal malsano lugar y lejos de la playa.
En el otoño de 1956, al atardecer, un camión descargó algunas herramientas y materiales para empezar las obras. A los pocos días, se inician los trabajos de explanación.
Al poco tiempo, José Más Capó inicia las obras del Ifach Palace Hotel en sus tierras del Peñón, muy cerca de la casa que fue de Vicente París y que por problemas económicos nunca pudo terminar.
Verano de 1957
El Hotel Las Salinas es finalmente acabado en el verano de 1958 e inaugurado el 31 de Agosto de ese mismo año. Complementa, junto con el Parador de Ifach, la oferta turística de establecimientos de lujo en Calp. Este hotel, aunque pequeño, supera en aquel momento en capacidad y empleados al Parador. Arranca con 34 habitaciones y para dar servicio a sus clientes cuenta con veintiocho empleados. Al igual que el Parador cuenta con pista de baile. Allí se celebraban fiestas todas las noches del verano con la participación de orquestas de renombre, acompañadas de vocalistas, principalmente de Valencia.
En el día de la inauguración se dieron cita las primeras autoridades locales; incluido el propietario del Parador Antonio García Sapena y alcalde de Calp en aquellos años, empresarios locales y el director de la única entidad bancaria de la localidad: Pedro Pastor Pastor.
Día de la inauguración. Asiste el alcalde Antonio García, el director de la CAM, Pedro Pastor y numerosas personalidades
Se contrató un director, creo de Valencia, de apellido Moreno. Conserje, recepcionista y dos botones. Andrés Ortolá y Luis Camañez a 300 pesetas al mes. En la cocina estuvo un afamado cocinero de Valencia. Más tarde, lo fue Francisco Camañez Fabregat. La plantilla de camareros estaba como encargado del comedor: Juan Muñoz y varios camareros, Alberto Bono, su hermano. Un tal Luis y alguno más cuyo nombre no recuerdo. En esa época se llegó a dar de comer a doscientos comensales. De gobernanta María Blas, su hermana Vicenta, Angelita Navarro, Candelaria, Carmen, las cuatro hermanas Perles; Pepita, Antonia, Margarita y Rosa, una chica llamada Loli y posiblemente alguna otra
Había otra joven de Calp encargada de la central telefónica: Isabel Ivars Ausina. El teléfono era el número 78. Muchos de los propietarios y veraneantes de los alrededores solían venir al hotel a llamar por teléfono.
El director, una noche después de cenar se fue paseando por la carretera, desierta en aquella época, y nunca más supimos de él. Simplemente abandonó el puesto.
Al poco tiempo se hizo cargo de la dirección del hotel un gran amigo del propietario; Antonio Jorro Mayans, nieto del que fue alcalde de Calp Felipe Jorro Nomdedeu. Al mismo tiempo se contrata un recepcionista de Benissa, Francisco Moragues Cervera y un portero uniformado: Jaime Tur Tur, este había estado preso en el campo de concentración de Flossenburg desde diciembre de 1944 y en ocasiones entablaba alguna discusión con alemanes. Jaime estaba bastante enfermo por su cautiverio en los campos de concentración.
El hotel al lado de la carretera a la Fosa
En 1959 se filma en Calp la película Molokai y el director Luís Lucia y el protagonista Javier Escrivá se alojaron en el hotel con el principal grupo de los técnicos, otros lo hicieron en el Parador. Se dio el caso de que necesitaban extras para hacer de leprosos que montaran en la balsa a remolcar detrás de la goleta. Me encargaron la búsqueda de algunos jóvenes para trabajar. Finalmente, fuimos unos cuantos los contratados, se suponía que éramos mujeres y nos pusieron la típica falda hawaiana de hierbas. Cuando nos embarcaron en la balsa de troncos y salimos del puerto, el barco cogió velocidad, la balsa se hundió hasta nuestras rodillas. No nos ahogamos de milagro. Lo malo es que nos costó bastante de cobrar, menos mal que yo estaba allí en el hotel, así y todo, un viaje detrás de otro.
En Julio de 1959 entró a trabajar como vigilante de noche Joaquín Blas, hermano de María y Vicenta. Joaquín que era carpintero de profesión, trabajaba en la carpintería de Benissa de Esteban Femenía “Sargentet” allí se construyeron todos los muebles del hotel. Joaquín, como más tarde veremos, tuvo gran importancia en la vida de este establecimiento.
La plantilla del hotel en 1960
El establecimiento cuenta con una bien surtida bodega, en la que se encuentra a su cargo, Diego Capó, primo del propietario. Había cientos de botellas de cava gran reserva Hotel Las Salinas.
En el hotel teníamos un Jeep de aquellos forrados de madera en los laterales y que llamábamos la Rubia. Lo solía conducir Miralles.
En los años cincuenta el abastecimiento de agua era un gran problema en Calp. El propietario del Peñón y del hotel lo era también de la fuente de la villa. En el hotel se construyó un aljibe de generosas dimensiones para su suministro. Se adquirió un camión Ford 85 con cuba para desde la fuente traer el agua. Como choferes estaban Miguel Miralles y Cesar Castellanos. Este camión, con motor a gasolina, no tenía arranque y su puesta en marcha era a manivela con el peligro del retroceso de la palanca.
Varios de los trabajadores a la hora de la comida
Años más tarde, el camión acabó a la sombra de un olivo y allí un día desapareció. En aquellos momentos el suministro de agua era a cargo de los hermanos Jaime y Miguel Boronad que suministraban desde un pozo de los Viveros Tur. En ocasiones los clientes reclamaban a Blas la falta de agua a medianoche y este acudía a la casa de uno de los Boronad, habitualmente a Jaime y este acudía con el camión a rellenar el aljibe.
El Hotel estuvo abierto hasta el mes de Septiembre de 1960 en que cerró hasta Semana Santa. A partir de esas fechas el Salinas fue perdiendo “estrellas” por el camino. Se reduce la plantilla, aunque sigue manteniendo a muchos de sus clientes fijos.
El Gran Hotel Palace
En los años dorados del hotel el propietario Más Capó tenía varios negocios a los que dedicaba bastante tiempo, principalmente a la construcción del hotel que estaba construyendo en el Peñón de Ifach y que se estaba comiendo, literalmente, todos sus ingresos y que empezó a ser su principal quebradero de cabeza. Los embargos de los Banco de Aragón y de Banco de Crédito Industrial fueron decisivos en la caída de Más Capó. Era este un hombre que imponía, a su presencia física había que añadir su gran personalidad. Cuando aparecía por el hotel ( se le llamaba el jefe) venía con sombrero, que todavía le hacía parecer más alto, precedido por su chofer Cristóbal en su coche americano marca Studebaker de color verde. Más estaba ya separado de su mujer Francisca y en ocasiones venía acompañado por una señora bastante vistosa.
Recuerdo que en el invierno de 1959 en una habitación de la segunda planta, la más alejada y al final del pasillo, se organizaban unas buenas partidas de cartas con cantidades importantes de dinero sobre la mesa. Como botones les subí en alguna ocasión las bebidas a los que estaban allí.
Andrés Ortolá en su puesto
Finalmente en el año 1975 el hotel es arrendado por cinco años a Joaquín Blas Ivars, quien con la ayuda de su madre, su esposa Ángeles y sus hermanas María y Vicenta se hacen cargo, compartiendo las faenas de la cocina, recepción, habitaciones y todo lo que conlleva un establecimiento de esta clase.
Organizan bodas (entre ellas las del propio Joaquín y la mía) algunas comuniones. A los pocos años, lo compra una empresa local y lo convierte en la discoteca Casablanca. Hoy en día hay un edificio en su lugar. Sólo queda del Hotel Las Salinas los dos eucaliptos que había en su jardín y que después de 63 años están enormes.
Andrés Ortolá Tomás
Calp verano de 2021