EL TÍ PEPE AGUEDA

 

                                                            "Aquellos que lo son todo para sus  vecinos, dejan de ser algo para sí mismos"     

(N. DOUGLAS).

Ya no quedan familias labradoras en nuestra pequeña geografía; laboriosas y unidas bajo un mismo techo, sujetas a la tierra y a sus lindes como fuera el destino inmemorial de los que faltan. Hoy se desmiembran por la forma de vida de los nuevos tiempos, abandonados los campos y clausurados los centenarios aperos de labranza en la cambra oscura como testigos olvidados. Sus miembros, en nuestros días, conservan acaso ese terruño como referencia consciente de sus raíces y memorias, de sus ancestros y de su sangre.

La que hoy conocemos como saga de los "Águeda", conserva su templo familiar en la sobria casona de labor cuya edificación engalana la plazuela del Caserío de la Cometa y que podemos datar de la segunda mitad del siglo XVIII.

Hasta allí hemos subido con el tí Pepe "Agueda" quien arrastra toda su sabiduría rústica en pasos breves, seguros para sus más de noventa años. Nos acompaña un sol oblicuo de septiembre vespertino y del "Bancal Planet", en silencio reverencial escuchando al anciano venerable, arrancamos la moscatel como preciado tesoro. Yo pienso que la navaja que utiliza el tí debe de ser poco más o menos de su misma quinta y baila empuñada al ritmo de su destreza. Nos pasa un racimo y otro para que los acostemos en una caja ligera de madera, forrada con hojas de vid como acogedoras manos, y no son pocos los granos que en tan breve viaje se ven confinados a nuestros estómagos. De una enorme higuera glosa el tí la existencia: de sus años, de sus frutos, de sus sabores, con orgullo de buen labrador observa sus brazos frondosos y junto a ella, con sus reliquias de piedra y argamasa, nos descubre la capilla de un pozo fiel.

El tí Pepe, José Tur Giner, es el último eslabón de uno de esos linajes entretejidos por generaciones en la tradición de la vida del campo calpino y circunscritos al sereno aunque a veces duro devenir de un pequeño caserío y partida.

El día 22 de Noviembre de 1862 casaban en Benisa Antonio Tur, de 34 años, hijo legítimo de Antonio Tur y Mariana Tomás con Águeda Crespo, de 23 años, hija de Antonio Crespo y Josefa Martí. Estos últimos, el matrimonio de Antonio y Josefa, habitaban la antigua casona de la Cometa, propiedad de la familia Feliu de Benisa y con toda probabilidad construida a expensas de Don José Feliu Feliu (1720), como centro agrícola de trabajo y almacenamiento de la producción de las fincas afectas, algunas en la zona de los Plás, y otras en los alrededores del paraje del Regaig.

 

En el último tramo del Siglo XIX, la casona, dentro de la partición patrimonial de Don José Feliu Sala, fue adjudicada a su hijo: Don Juan Feliu Rodríguez de la Encina, quien la vendería posteriormente, terminando la centuria a Don Juan Beneito Beneito, importante comerciante y naviero de Altea cuyos descendientes todavía ostentan su titularidad. Sabemos que la Masía y las explotaciones agrícolas anejas se encontraron durante su existencia explotadas bajo el régimen de aparcería y que fue la familia benisera de los Giner "Vallesa", los que la trabajaron hasta principios del Siglo XX.

Por lo tanto, el sobrenombre tan popular de los "Agueda" y en este caso el que acompaña el nombre del tí Pepe, proviene de su abuela Águeda Crespo Martí nacida en Benisa hacia 1839 y fallecida en Calpe en 1920 a causa de una bronquitis crónica según el parte facultativo. Aunque ahondando en el árbol genealógico familiar el nombre de Águeda ya pertenecía a la quinta abuela materna del tí Pepe: a Águeda Ivars, casada con Antonio Crespo, matrimonio que debió contraer nupcias hacia el año 1750. Esta rama de los Crespo continúa en nuestros días, siendo popularmente conocida en Benisa como los Crespo del "Có".

Los Tur, provenientes de San Miguel de Balansat en Ibiza, se habían establecido en tierras de Calpe entre 1670 y 1680, siendo el primer antecedente que encontramos el matrimonio entre Antonio Tur de Ibiza y la benisera Elizabeth Ivars en 1696. De ellos descienden los Tur calpinos, y en el caso que nos ocupa la rama de los Tur "Águeda", emparentados con los "Torrats". De hecho, Antonio Tur Pastor (1796), bisabuelo del tí Pepe, era hermano de José Tur Pastor (1812), ascendiente directo de los "Torrats".

A finales del pasado siglo contraen matrimonio Antonio Tur Crespo (1863) con Francisca Giner Bertomeu (1868-1935), hija de Pedro Giner Cabrera (1833) y Teresa Bertomeu Ivars, aparceros de la Casa de la Vallesa de quien toman su sobrenombre. Son los padres del tí Pepe.

Sentados junto al cup de la Masía escuchamos al tí que lentamente prende un cigarrillo. Nos dice con sonrisa culpable que fuma poco y apenas bebe café; que se levanta al mediodía y por la tarde juega la partida en los pensionistas. Recuerda que le agradaba ir a la escuela de Benisa, en la que comenzó a estudiar en edad temprana, pero las circunstancias de entonces le obligaron pronto a tener que ayudar a sus padres en las tareas del campo. Eran los años en los que asegura que la agricultura daba sus frutos más provechosos, aunque la filoxera, con sus grandes estragos, obligó a arrancar viñas y replantar. Por entonces se hacía más moscatel que almendra y la incidencia de este mal tuvo gran repercusión en toda la comarca. El anciano observa admirado que por entonces se pagaba la arroba de algarroba a dos pesetas, un precio excepcional.

Pero la vida no era fácil y había que generar recursos con diligencia. Entre 1931 y 1936, junto a otros cincuenta mil alicantinos el tí debe de ir a la poda a Argelia. "Nosotros trabajando en la poda y los moros tomando el sol...¿No saben, no saben?...¡Qué se enseñen!. ". Sentencia el tí Pepe: "Mi padre decía que la tierra es como un caldero, según le pones traes".

Para Pepe "Agueda" el Rey Alfonso XIII fue honrado y se marchó dando paso a la República. Aunque en Calpe no hubo frente nos recuerda que aquí mataron a dos y al cura; despues la gente perdonó. De los 15 o 20 carabineros que se encontraban destacados en nuestra costa, la mitad ingresaron en la Guardia Civil, se calmaron los ánimos y algunos pasaron muchas miserias. Se vivió en una economía de trueque y reconoce que la gente que tenía tierra superó estos duros años sin demasiadas estrecheces. Nos comenta orgulloso que el 20 de Abril de 1942 llevó a moler más de 100 kilos de trigo ante la sorpresa del molinero. La finca de la Vallesa, trabajada como indicamos durante generaciones por su familia materna, dio también generosos frutos; así el tí asegura que llegó a recoger en una temporada más de cuatro mil kilos de almendra y a escaldar doscientos quintales de pasa con su estufa de leña.

El tí Pepe casó con Angelita Pineda Pineda de cuya unión nació Antonio quien durante años ayudó a su padre en sus menesteres.

El carácter sensible y el alto sentido de la justicia y templanza del tí hicieron que la comunidad calpina le reconociera como "prohombre", máxima distinción con la que se puede premiar al individuo: la de hombre bueno. Pepe era requerido como elemento ecuánime de ponderación ante cualquier conflicto o disputa, particiones de bienes, divisiones y herencias. Las partes acataban sus decisiones con docilidad evitando por su sano juicio situaciones indeseables. De hecho, por su ascendencia entre las gentes, conocimientos y memoria, fue pieza indispensable en la elaboración de los catastros rústicos, acompañando a los peritos e ingenieros en los deslindes de las fincas. También destacó por su destreza filarmónica siendo un notable púa.

Tradicionalmente, los dueños de las grandes fincas habían confiado la administración de sus tierras a procuradores que eran los encargados de tratar con los medieros en cuanto a los derechos y obligaciones de los contratos de tenencia. Pepe "Águeda" se enorgullece de que siempre trató directamente con los amos sin tener que depender de intermediarios. Lo hizo con el abuelo, Don Juan Beneito Rostoll y su esposa Doña Magdalena, y con su hijo Don Bartolome Beneito Pérez y su mujer Doña Irene, al igual que con los actuales descendientes. Reconoce Pepe emocionado que aún hoy en día relee la antigua correspondencia que le enviaban y los ojos se le llenan de lágrimas. Tantos recuerdos que evocan toda una vida.

"La finca de la Vallesa la vendieron los Beneito a seis duros el metro, y Doña María Rocafull, una gran señora, La Cuchara, el Plá de Cardós y otras por muchísimo menos para comprar naranjales en Cullera". Pocos años antes de estas ventas, en el Primer Censo Agrícola de España de 1962, José Tur Giner era censado como el principal agricultor del término de Calpe con tierras afectas por mas de ochenta hectáreas, de ellas treinta y cinco sembradas. Declaraba un caballo, "Navarro" y un mulo, así como gran número de animales de corral. Hermoso documento.

Pepe "Agueda" es optimista y asegura que hoy se vive mejor, pero añora la existencia de antaño. "Hoy la gente tiene muchas comodidades y de la agricultura no se puede vivir. Una hora de trabajo va por unas mil pesetas que no digo que sea caro, pero que no se puede pagar". Nos menciona que el desarrollo urbano del término, en apenas cuatro décadas ha sido fulgurante y ha llenado bolsillos. "Pero el que vive pobre y muere rico es un borrico". Todos reímos la copla a carcajadas.

Sirvan estas líneas, cariñosas y sentidas, como homenaje sincero para un hombre bueno. Si se protegen águilas y marjales, también debiera tenerse especial cuidado de aquellas personas, y el tí es una de ellas, que durante años de vida ejemplar hicieron el bien a sus semejantes con el testimonio una existencia discreta y digna; personajes que enmarcados en los hitos de su tiempo, engrandecieron si se quiere con glorias sencillas el devenir intrascendente de la pequeña crónica de un pueblo.

Dios te guarde muchos años, José Tur Giner.

José Luis Luri Prieto

José Antonio Sala Jorro

Junio 1999

Desgraciadamente el tí Pepe falleció a escasos meses de elaborar este artículo.

El día 17 de Septiembre de 1999 y a la edad de 91 años.