La
cantera de la mola
Fue
esta explotación
muy conocida en una época en la que no existía ninguna industria en
nuestra
villa; solamente la agricultura y la pesca daban trabajo a los
jornaleros del
pequeño término de Calp. En los inicios del siglo XX el trabajo de la
tierra
era sumamente duro y la plaga de la filoxera, que arruino las viñas de
moscatel
en toda la comarca, hizo mucho más difícil la supervivencia en estas
tierras de
la comarca de la Marina: el comercio de la pasa desapareció por
completo, los
hombres del campo se vieron obligados
a
emigrar a lejanas tierras unos, los otros a Argelia que en aquellos
años
proporcionaba abundante trabajo en la poda de la vid; la emigración de
golondrina fue un alivio para la maltrecha economía de los hombres de
la
tierra.
Fue en el año 1917 cuando surge la explotación de la cantera de pórfido, piedra dedicada a adoquinar las travesías de las poblaciones o sus calles y plazas de, entre otras, Benissa, Cullera, Gandía, Gata etc,.
La cantera se encuentra en la parte oeste de Oltá, entre los términos de Benissa y Calp.
La
cantera en la actualidad
Nos cuenta el cronista de Calp Pedro Pastor en su obra Calp, ayer y hoy, página 199 y siguientes; que la cantera en sus inicios fue explotada por Manuel Verdú “Morote” de Altea la Vieja, continuando Antonio Ferrer Mayor y José Amoros Mut , más tarde Miguel Zaragoza "Moiño" hasta su cierre en 1948.
Miguel
Zaragoza había
arrendado la cantera al propietario de las tierras: Andrés Ivars Vives
en compañía
de un socio, cuyo nombre no nos ha sido posible averiguar. Por
divergencias
entre los socios acordaron dividir la explotación en dos. Una de ellas
sacaba
la piedra por una trinchera con una vagoneta empujada por dos hombres.
Más tarde en esta trinchera se utilizaba un mulo para arrastrar la
vagoneta en
el momento en que ya había cierta cuesta. En este lugar y en los
momentos en
que no había piedra para elaborar, se solía jugar a la pelota, deporte
muy
arraigado en aquellos años.
La segunda explotación excavó un túnel para poder salida al material hasta la escombrera.
En los años de mayor actividad solían trabajar entre 30 y 40 hombres; los del interior de la cantera eran “descombradors” que se encargaban de arrancar el material a base de barrenos y “pistolet” y maza para hacer los agujeros donde irían los cartuchos, trabajo que realizaban dos hombres: uno aguantaba el pistolet y el otro le daba con la maza rítmicamente. A continuación los “deguelladors” que partían los bloques de piedra con cuñas y mazos: Pepe “Corneta” y Miguel del “Vert” eran dos de los más conocidos.
Los
siguientes eran
los destajistas que cortaban las piezas: el mosaico de 9X9X10 que se
usaba en
las travesías de las poblaciones, entre ellas, Benissa. En las
capitales, se
utilizaban más los adoquines de 18X20X10. Los operarios que trabajaban
la riola
que se usaba cómo bordillo de unos 35X20X10 ganaban más que el resto de
los
operarios. A finales de la década de los años 20, José Ortolá “Raboseta
y Miguel
Ivars “Roch” trabajaban en pareja haciendo mosaico. Algunos días solo
disponían
de una vagoneta de material y en ocasiones, de ninguna. En aquella
época, un
día de jornal en la tierra era de 3,50 a 4 pesetas o cavando cepas
hasta 5
pesetas. En la cantera, en un día bueno, los destajistas podían doblar
ese
jornal.
Trabajo
primordial era
el de los herreros, ellos eran los encargados de dar forja a las
herramientas
que debido a la dureza del material debían darles temple cada dos días.
Uno de
ellos fue Pepe Molines que en la fragua ponía al rojo vivo las
herramientas,
sobre todo, los pistolets, cuñas,etc,.
Para el transporte del material hacia el tren existía un mal camino hasta la “casilla” de la carretera nacional y de allí a la estación. Desde la cantera hasta la Venta de la Cañera era casi todo cuesta abajo y los carros solían cargar mil kilos y al llegar a la cuesta de la estación debían descargar la mitad para poder subir, y regresar a por la otra mitad. Los vagones cargaban 10 toneladas y consiguientemente, los carros realizaban diez viajes para completar un vagón y solían hacer de uno a tres viajes al día. Cuando había suficiente material almacenado en los muelles, se pagaban tres pesetas por cargar un vagón que estaba estacionado en una vía secundaria.
El
trenet en los años 20
Nos
cuenta P. Pastor; varios
fueron los transportistas que durante
los treinta años de funcionamiento de la cantera realizaron dicho
trabajo:
recuerdan los mayores a Quico “Masiá” Francisco Pastor Ivars- y a su
hijo José.
Pepe “Morret”-José Pastor Barber- Ximo el “Llavador- Joaquin Ivars
Pineda- y
sus hijos Pedro, Joaquin y Miguel. También Juan B. García Bertomeu
“Canyero”.
Los carros eran de los
llamados pesados,
reforzados en su totalidad. Aún así sufrían con frecuencia roturas y
desperfectos de consideración por las pésimas condiciones del camino
desde la
cantera hasta la carretera general, unos dos kilómetros
aproximadamente, y la
excesiva carga que siempre era la máxima, para obtener el mayor
rendimiento en
cada viaje.
Dicho camino era parcheado con relativa frecuencia, a base de pequeña piedra y tierra para cubrir los “carrills”, ya bastante profundos. Eran reparaciones que lógicamente tenían corta duración. En algunos tramos existín a flor de superficie grandes rocas lisas con una pequeña inclinación a tenor de lo que daba el terreno, desgastadas y resbaladizas en su parte superior por el continuo transito de las llantas metálicas. Ello conllevaba los inevitables bandazos del carro, que arrastraba al “matxo de barres” de un lado a otro. Era este animal el que sufría el terrible tormento, que por el tiempo, y dado que conocía la situación de estas rocas, intuyendo por tanto el zarandeo que se le avecinaba, se anticipaba hacia el lado conveniente, suavizando la inminente sacudida.
Carro de la época
Más
adelante nos
cuenta: Y todo ello por el pírrico salario de
unas cincuenta
pesetas diarias, incluyendo carretero, caballerías y carro.
Conviene
hacer constar que el citado camino no experimentó nunca una mejora
sustancial y
duradera como pudiera haber sido el asfaltado o adoquinado, porque
¿Quién había
de sufragar el coste? Al propietario de la cantera, a pesar de ser un
camino
pésimo, le sobraban ofertas de transportistas. A estos las exiguas
ganancias no
les permitían hacer frente a tan considerable gasto, y los demás
usuarios del
camino, terratenientes y vecinos, no precisaban de mejora para su
tránsito y el
de sus caballerías.
Cuando se inician los trabajos de asfaltado de la carreta general en el año 1931 se instaló una maquina de machacar piedra en la subida de la estación, frente a la Venta de la Cañera. Esta máquina fue traslada más tarde en lo que fue la casilla de peones camineros, hoy entrada de Maryvilla. Esta máquina era movida por un motor diesel y como mecánico responsable vino de Teulada José Vives Buigues conocido por los calpinos por Pepe de la Maxacadora. Pepe montó un taller de metalurgia en la plaza del Mosquit.
En
la actualidad las
tierras de la antigua cantera son propiedad de los herederos de Andrés
Ivars
Vives
Andrés
Ortolá Tomás