Las murallas de Calpe

Mucho se ha hablado sobre la antigüedad de las primitivas murallas de la villa, incluso de la edad de nuestro pueblo en su emplazamiento actual. Calpe se construye sobre un cerro dominando el entorno circundante y la muralla es la única defensa de un territorio a veces francamente hostil. El padre Llopis en su obra Calpe (1947) nos dice que las murallas calpinas son de origen romano. Nada hay documentado que lo fundamente.

Las primeras noticias documentadas que tenemos, nos las  proporciona Jaume Pastor Fluxá en su libro Historia de Calp (1988) y hace referencia al rey Pere IV que en 1338 ordena reforzar las  murallas existentes. Pero, es Alfons el Vell el que decide en 1375 que las rentas recogidas se destinen a “obrar e enfortir lo mur de dit lloch” y en 1376 finalmente se reparan. No obstante, 25 años después, el 29 de Octubre de 1401 se ordena al justicia y jurados de Calpe, que bajo pena de 1000 sueldos y antes de la fiesta de San Miguel, las murallas estuvieran perfectamente reparadas, tapados todos sus agujeros y blanqueadas. En la Edad Media la construcción de murallas supuso una actividad colectiva propia de los pueblos. Continuamente había que realizar labores de mantenimiento y de fortificación. Nuevamente en 1577 un maestro albañil llamado Miguel Catalá trabaja en el baluarte de la iglesia, añade garitas en la muralla y reforma la torre existente en el centro de la ciudadela y que llamaban “el Macho”.

No es hasta 1581 en que se acomete una reforma importante a las murallas de nuestra villa. Juan, picapedrero de Vizcaya se encarga de construir un baluarte ¿la Pesa? Y de reformar las murallas. Parece ser para adaptarlas a las  nuevas tendencias en las que la aparición de la artillería aconsejaba modificar los torreones predominantemente cilíndricos, hacerlos con ángulos. Los ingenieros militares trataron de esquivar los tiros, más que afrontarlos de plano, disponiendo los baluartes oblicuamente. El baluarte de la Pesa, según Llopis tenía 17 metros de largo por 11 de ancho y 10 de altura. Fue demolido en 1947 al impedir el acceso entre la plaza de Salamanca y la hoy calle de Santísimo Cristo. El acuerdo adoptado por el ayuntamiento en Marzo de 1946 sobre la base de los peligros que suponía para los peatones cualquier posible desprendimiento, fue contestado por el cura Vicente Llopis en una airada carta dirigida al secretario de la Corporación. Los Concejales decidieron no tener en consideración la protesta del cura “en que no se trata de Monumento Nacional Histórico y si sólo de unos simples paredones de continuo peligro para los peatones, más o menos antiguos, que desdicen de la higiene pública y de los proyectos de urbanización que ha emprendido el Ayuntamiento”. Además, los Concejales hacen constar en Acta que el señor cura fue vocal de la Junta Constructora del Grupo Escolar de donde partió la idea del derribo de estas murallas y no manifestó nada en contra. La demolición se adjudicó a destajo a Pedro Berenguer  Boronat por la suma de 1200 pesetas.

El ataque del 22 de Octubre de 1744 supuso la confección de la primera cartografía conocida del pueblo de Calpe. A partir de ese instante se inician una serie de gestiones que dieron como resultado, la fortificación con un doble cinturón de murallas que rodeó completamente la ciudadela primitiva y los arrabales. El 21 de Diciembre de 1746 se le da el visto bueno al proyecto definitivo presentado por el  ingeniero Carlos Desnaux, el cual había sufrido varias modificaciones debido al coste y a las dificultades del terreno. El Julio de 1747 ya se encuentra el muro que rodea completamente el arrabal concluido en todo su perímetro y las dos puertas a punto de colocarse.

El 8 de Enero de 1748 el cura de Calpe Roque Vives le escribe al Marques de la Ensenada dándole las gracias por las obras ejecutadas. El coste total de dichas obras fue de 64.294 Reales de vellón. El 20 de Marzo de 1748 faltaban todavía los dos cañones de a 8 que tenían que ir situados en el baluarte de la Pesa y unos 150 fusiles prometidos por el difunto Marques de Pozoblanco. El recinto exterior quedó con dos puertas, la llamada del Mar (final calle de Puchalt) y la de Altea, junto a la plaza del mercado (plaza de España) . En aquel momento se consideraba que las plazas donde se hacía mercado debían estar comunicadas con el exterior. De este segundo cinturón de muralla no queda nada, sólo unos pocos trozos en algunos patios de las calles José Antonio, Mar y Purísima. El trozo más grande fue demolido al construir el edificio el Portal.

La histórica puerta de la ciudadela, El Portalet, se cambia por una nueva durante las reformas de 1747 a un coste de 400 Reales de vellón. Se repara en 1834 por 38 reales. Con el derribo del emblemático edificio del Portalet en 1927, se cierra una de las páginas más importantes de la historia calpina. Su puerta acabó siendo utilizada como pasarela en el barranco del Quisi y finalmente no pudo resistir el embate de las aguas y fue arrastrada al mar y, seguramente estará en la desembocadura del río. Siendo Alcalde Francisco Camañez se restaura el torreón de la Pesa, se construye el arco y se reparan las murallas en su totalidad. Hace muy pocos años, la Corporación de Javier Morató ornamentó y colocó los cañones que podemos ver en la actualidad.

Andrés Ortolá Tomás