salinas

LA SALINA DE CALPE

 

 Asegurarse el suministro de sal fue una de las mayores preocupaciones en todas las culturas y esta es una de las razones que hicieron de las riberas del Mediterráneo la cuna de la civilización. Roma y su cultura estuvieron muy ligadas al suministro de sal. En los  primeros tiempos de la ciudad eterna, a cada soldado se le entregaba  diariamente un puñado de sal para su abastecimiento, y fue así como se   empezó a utilizar la palabra salario.

De hecho, el desenvolvimiento humano está ligado a las posibilidades de su aprovechamiento de sal. Antiguamente fue símbolo de hospitalidad y se ofrecía a los  huéspedes junto con el pan y durante siglos la sal ha sido producto indispensable para la alimentación humana. La sal era y es, un artículo de muchísima importancia, no sólo como condimento, sino también como principal medio empleado en la cura del pescado,  la salazón de la carne, en la preparación del pan o en áreas más deprimidas incluso como sustituto de las especias. Modernamente, la sal tiene infinidad de usos industriales.

Tres o cuatro hombres eran los encargados de amontonar la sal

La importancia y antigüedad de nuestras salinas lo confirman las instalaciones de salazón de época romana de los Baños de la Reina. En aquellas fechas el uso de la sal era primordial para la factoría de salazón del Morelló. No olvidemos que en dicha factoría  necesitaban grandes cantidades de sal para conservar y sazonar el pescado y para la fabricación del  garum, salsa que los antiguos y especialmente los romanos apreciaban sobremanera y que se confeccionaba con las vísceras y la carne de los pescados, como el atún, entre otros. Su proceso de fabricación consistía en la inmersión de las vísceras e intestinos del pescado en una solución salina saturada y su posterior fermentación favorecida por la acción de los rayos solares.

Por nuestra parte, existe un desconocimiento total del funcionamiento de la salina en los siglos posteriores a los romanos, la falta de documentación específica nos impide conocer lo sucedido en aquella época. No sabemos si estas  salinas llegaron a formar parte del patrimonio del obispado visigodo de Denia, ni tampoco si los árabes las utilizaron plenamente, aunque debido a la necesidad de sal existente en todas las épocas y siendo la sal  un producto de gran demanda, suponemos que algún tipo de explotación existiría, ya que a pesar de que la capacidad de fabricar sal en el Reino  de Valencia era grande, no era lo suficientemente importante como para cubrir las necesidades que demandaba la población o la incipiente industria de curtidos o salazón. Las primeras noticias que nos llegan se establecen desde la conquista del Reino de Valencia por el rey Jaime I cuando en 1240 el rey determina los precios y lugares donde se podía comerciar con la sal.

Durante el tiempo de la cosecha de la sal (Agosto) un muchacho se encargaba de llevar agua del aljibe  

El 13 de Junio de 1260 en documento firmado en Barcelona el rey Jaime concede las salinas de Calpe a Bernat de Clora y los suyos a condición de que entreguen a la corona, las 4/5 partes de toda la sal y de todos los derechos que en adelante produjeren. A este respecto, es muy aclaratorio el documento firmado por el rey en Egea el 29 de Noviembre de 1263 arrendando las salinas a Guillermo de Narbona, militar, por cinco años; dejando a favor del arrendatario el aumento de los derechos y utilidades si los hubiere, con tal de que este respete los fueros de los cristianos y el modo de tributar de los sarracenos; comprometiéndose el rey Jaime, por su parte, a obligar a todos los habitantes del reino “ultra” el  Jucar, a que se aprovisionen solamente de la sal de las salinas de Castellón y de Calpe.

Con posterioridad, en el año 1364 el Conde de Denia arrienda las salinas calpinas a Guillem Buigues En una esfera más prosaica, la sal ha dado motivo a los mayores abusos. Como quiera que es una materia indispensable, los reyes pensaron inmediatamente en venderla en provecho propio y luego la impusieron a sus súbditos. José Hinojosa en su obra Las salinas del mediodía alicantino a fines de la Edad Media nos cuenta; “ Lo importante para la monarquía y sus súbditos en el tema de la sal era conseguir unos precios fijos y unas demarcaciones fijas, unas gabelas en las que se centralizara y se pudiera controlar -teóricamente- la expedición de sal, evitándose los fraudes en el pago de los impuestos, introducción de sal foránea o de particulares. Normas que se repetían continuamente en fueros y actos de Corte, pero a las que no se conseguía poner coto. Fernando el Católico dio, en este sentido, una pragmática el 17 de Marzo de 1488, que fue la piedra angular de la explotación y comercio de la sal en años futuros. El objetivo era evitar la introducción de sal extranjera y los fraudes con la sal del reino, castigándose con la pena de muerte y perdida de bienes las infracciones. Se ordenaba la destrucción de todas las salinas particulares, salvo las gabelas reales, cuyo número se fijó en nueve: Valencia, Xátiva, Alzira, Burriana, Peñiscola, Cullera Villajoyosa, Alicante y Orihuela, las únicas autorizadas a expender sal a los naturales del reino. Las gabelas eran propiedad de la Corona, dirigidas y administradas por personas de nombramiento real. Los vecinos sólo podían proveerse de la sal ordenada y a los precios y con las medidas estipuladas. Lo que Fernando el Católico buscaba era engrosar las arcas reales con una buena gestión de la explotación de la sal, lo que tuvo su reflejo en los arrendamientos de dichas salinas. La realidad es que la imposibilidad de las salinas reales de suministrar sal suficiente a las poblaciones del reino hizo que volvieran a reaparecer las salinas particulares.”

El impuesto sobre la sal llamado gabela, nació de este modo y constituyó una de las más onerosas servidumbres fiscales. Este impuesto fue remodelado por las Cortes en 1510 asignándose a cada casa un real de sal y por cada cien cabezas de ganado, dos reales, toda persona, hasta los niños, venía obligada  a comprar en una determinada salina una cantidad estipulada de sal, dándose el caso de que algunas poblaciones en épocas de catástrofes o hambrunas no podían asumir el acopio de sal que se les obligaba a adquirir, recurriendo a la benevolencia del Arrendador General de Salinas del Reino para que la cantidad asignada fuese menor.

El transporte de sal desde Calpe se efectuaba mayoritariamente por mar con el consiguiente peligro pirático que solían asaltar las barcazas, tanto es así que el Cónsul de Holanda en misiva dirigida al  Director General de Rentas Generales fechada el día  30 Junio de 1755 se queja del peligro de los berberiscos que frecuentemente infectan aquellas costas. El transporte por tierra era prácticamente nulo, los  caminos todos de herradura e impracticables la mayor parte del año permitían solamente  el acarreo a lomos de animales y a través de arrieros. Esta situación se prolonga hasta finales del siglo XIX en que definitivamente se abre el camino carretero por estas tierras de la Marina.

 Durante más de 500 años los arrendatarios fueron personas  importantes y en muchos casos los administradores cometían fraudes y tenían las instalaciones en un estado total de abandono. En un informe de Septiembre de 1738 acompañado de una relación hecha por varios peritos se destaca lo deteriorados que están los estanques, calentadores, acequias, muelles y las eras” así como el deterioro en que se encuentra el tejado del salero “ ya que conforme cahia el agua del cielo, dava sobre la sal, de que se siguió notable perdida, y se deshicieron mas de 700 fanegas de sal, que se hallaron de menos, pues dicho tejado estava tan claro, que por las mas partes se vehia el cielo, y la casa que esta separada, se esta cayendo, y no se atreven á habitarla los Administradores por temor de su ruina  y la ermita que es más moderna esta deteriorada” . En este informe se cuestiona la gestión de Manuel Gárulo como administrador  de las salinas calpinas.

 

En Diciembre de 1760  nuevamente el almacén de la salina necesita diferentes reparos para “impedir la introducción de las aguas y que no se han podido encerrar en el las 2.200 fanegas que se han  fabricado este año, por lo que están a la inclemencia y expuestas a robos y mermas”. Los reparos necesarios fueron tasados por Bautista Marco en 5.061 reales de Vellón y 16 maravedíes.

En Enero de 1764 se les exige al administrador Juan Gárulo y al Fiel Interventor Cristóbal de Algarra la obligación acogiéndose a la nueva normativa, de poner un Arca de Intervención con dos llaves para guardar los caudales.

En Septiembre de 1780 el Fiel Interventor Josef Gonzales de Sepúlveda fallece después de diez años de trabajo en estas salinas, dejando a su viuda con dos niñas pequeñas y embarazada teniendo  que recurrir ella a instancias superiores solicitando una pensión sobre el Fielato de Calpe ya que no tiene derecho al Montepío de Reales Oficinas y ha quedado en total desamparo y miseria.

A partir de estas fechas la falta de productividad de la salina calpina y la escasez de cosechas hacen que el Administrador General de Valencia proponga en el año 1782 diferentes reparos que son necesarios para su buen funcionamiento. Finalmente y  después de varios dictámenes se llega a la consideración de que: “ serian inútiles el gasto de esa cantidad, por la mala constitución de las eras y depósitos de la salina, por lo que no tendrían subsistencia las obras, por la falsedad del terreno y haverse planificado la fabrica sin mas arte, que el haverla formado cavando en un llano”.

“A su consecuencia hacemos presente a V.I. que la Salina llamada de Calpe, se halla situada en el termino de la Villa de este nombre, a la orilla del Mar, en un terreno tan sumamente desigual, y arenisco, que con el tiempo, y sin embargo de las continuas, y costosas obras, que se han executado, ha llegado a decaer la fabrica en terminos que no produce, ni para la mitad de los precios comuneros de aquel partido, de modo, que el resto se conduce de las Salinas de la Mata, y sale a la Renta la Sal mucho mas varata que la fabricada en Calpe.

A pesar de las inversiones realizadas la salina no fabrica la sal suficiente para el acopio de los 42 pueblos obligados a surtirse de nuestra salina y que a pesar de tener que traer sal desde la Mata (Torrevieja) esta y con el añadido del transporte, sale más barata que la producida en Calpe.

“con motivo de las continuas lluvias de estos últimos años, nos hizo presente el Administrador General en principios del próximo pasado, que ya se havia deteriorado la Salina, en términos que se hacia preciso repararla formalmente para que fabricase, pero que haciéndose cargo del mucho coste que siempre ha tenido àla Renta el mantenerla, sin embargo de la escasez de sus cosechas, y viendo por otro lado la comodidad de surtir aquel Partido con Sales de la Mata, que por ser de mejor calidad, las apetecen los pueblos, le parecía mas útiles el extinguir la salina de Calpe, y trasladar la Administración à la ciudad de Dènia, que esta inmediata, por ser un Puerto mas seguro y de mas Comercio, à donde acuden la mayor parte de los Vecinos de aquellos Pueblos, como Cavesa de Partido, y al contrario la Playa de Calpe, donde están expuestos los Barcos que conducen la Sal, mientras se hacen las descargas”.

Como podemos ver este es el momento – 16 de Abril de 1786- en que formalmente se pide “extinguir” la salina y trasladar la Administración a la vecina población de Denia. La salina calpina había llegado a un grado tal de deterioro que era inviable el arreglarla y las lluvias de los últimos años habían reavivado el problema de las fiebres terciarias al encharcarse las aguas en las balsas abandonadas.

Las salinas en toda su extensión en 1960.

Enterados los de Calpe de la pretensión de la Corona de “abandonar la fabrica de sal ” el sindico provincial general Fernando Boronad y el sindico comunero  de la villa de Calpe Jayme Garcia, con fecha 30 de Septiembre de 1786, recurren el informe del Administrador General de la Renta de la salina. Ambos argumentan de los perjuicios a la Real Hacienda al perder una fabrica el Patrimonio Real, y que los vecinos quedarían gravados sin utilidad de la Renta y además redundaría en perjuicio de la salud pública: “pues abandonada esta fabrica como en el día lo está, queda una laguna y rebalso de aguas, que corrompidas por la falta de corriente y el calor, infestan los ayres, de estos Paices, de tal forma que son y serán inaguantables las costelaciones de terciarias que padece esta Villa y sus moradores, y según se amenaza en el Acta Medica se padecerán en lo venidero” ......Y para que Vlma. No dude la verdad de este humilde escrito a continuación certifican el Rdo. Cura, Justicia y Medico de esta otra Villa”

Certifican lo expuesto por los dos síndicos, el alcalde Mariano Garulo, el cura de la parroquia de Calpe Pedro Mengual y el médico Josef Perles.

A la vista de la petición de los síndicos calpinos el Intendente del Reino solicita varios informes sobre la situación real de la salina y sobre la situación en que quedarían los pueblos que recibían los acopios de sal de la salina de Calpe, “ se nos ofreció la duda, de si los Pueblos acopiados à Calpe, se combendrian en tomar las sales en Dènia: y encargamos al citado Administrador General escribiese à los Justicias respectivos, para solicitar su condescendencia, y que nos enviase una razón de las ventajas que se seguirían àla Real Hacienda, de abandonar la Salina, y trasladar la administración à Dènia, cotejando el coste de la manutención de aquella, y el de las Sales de la Mata, puestas en dicha ciudad.

En su cumplimiento y con Despacho del Intendente, paso un dependiente de la Ronda à hacer saber àlos 42 pueblos acopiados àla salina de Calpe, si les convendría tomar la Sal de su obligación en la ciudad de Dénia, en caso de trasladarse à ella la Administración y según igual numero de testimonios que acompañan àlas diligencias practicadas en el asunto, resulta que 32 Pueblos, son gustosos en que se trasfiera à Dènia la Administración por seguírseles notables conveniencias; 6 en que se les agregue al Alfoli de Alicante, por su mayor cercanía; y dos al de Gandia, y solamente las Villas de Calpe y Altea, lo resisten à causa de la inmediatez àla Fabrica, donde sus Vecinos tienen Jornales seguros lo mas del año, por las maniobras, y labores que se ofrecen, sirviéndoles de mas perjuicio que utilidad, por que abandonan el cultivo de sus campos, y muchos han vendido considerables porciones”

 Año 1959/60

 Prácticamente todos los pueblos están conformes en cambiarse a otros Alfolis (almacenes) vista la mejor calidad de la sal de la Mata, menos los de Calpe y Altea, los primeros pensando en los puestos de trabajo que se pierden y los segundos pensando en la lejanía, aunque más adelante se muestran conformes a cambio que les surtan la sal en la misma población de Altea.

Finalmente, y desde Madrid se dicta resolución el día 12 de Abril de 1787 en el sentido de: “ Con reflexión à este Ynforme, y àlos antecedentes que quedan explicados, nos parece: Que ès mui útil, y beneficioso àla Real Hacienda, y àla Villa de Calpe, el que desde luego se inutilice, y extinga la Salina de su termino, allanándola por quenta de la Renta, de modo que se dè corriente à sus aguas, sin peligro de que el revalso de ellas pueda perjudicar àla salud publica, ni aprovecharse de la muera para uso alguno.

Que à su consecuencia se establezca la Administración en la Ciudad de Dènia, pasando a ella con los mismos sueldos que gozan el actual Administrador, Fiel Interventor y Medidor, que son los únicos dependientes que se necesitan, quedando suprimidas las Plazas de Fabricante, y Guarda que hay en Calpe, luego que se destine à otro paraje à los que las sirven, de que cuidaremos, para que se verifique quanto antes este mayor beneficio àla Renta, y entretanto dispondremos que hagan el Servicio en otras Salinas donde haya falta.

Como vemos esta es la partida de defunción de la salina calpina y lo curioso es que proponen destruirla aplanándola y tapando todas sus balsas y acequias, con el argumento de que no se formen charcas y no se reproduzcan las fiebres, pero además en el sentido de que los de Calpe no puedan aprovechar las instalaciones en beneficio propio.

Un mulo subía las vagonetas hasta donde la sal era amontonada

Para dirigir los trabajos de inutilización de la fábrica de sal se traslada a Calpe el Visitador General de la Real Renta de Salinas Don Juan Pérez de Lazarraga, asistido de un escribiente interino y de un ayudante, los cuales contratan cuadrillas de peones y “en 32 días útiles de trabajo he logrado enteramente la destrucción y allanamiento a la referida fabrica, con la mayor perfección, hasta dejar el terreno, o sitio, en la propia disposición que crió naturaleza, e igual a la altura de los campos a su circunferencia, de forma, que quedando como queda, bien cerrada la acequia o conducto, por donde se introducían las aguas en la salina; y que las del invierno las consumirá la tierra.

Esto sucedía en el mes de Agosto de 1787 y como podemos ver, los terrenos que comprendían la fabrica de sal quedan completamente llanos y sus acequias tapadas, a día de hoy desconocemos que sucedió con estos terrenos en los años inmediatos. Ya que sólo 5 años después, En 1792 Josep Cavanilles (descubridor de los mosaicos de los Baños de la Reina) nos dice: 

 "En la llanura contigua a las raíces de Hifac había unas salinas que se abandonaron estos últimos años por creerse causa de las calenturas intermitentes que solían padecerse. Lo cierto es que en años lluviosos se juntan muchas aguas en el recinto llamado del Saladar, y no hallando salida forman pantanos, y se corrompen en verano."

Después de lo expuesto por Cavanilles nos da que pensar  o bien que no se hizo el trabajo de allanamiento bien o que los de Calpe por su cuenta y riesgo trataron de iniciar nuevamente la salina sin conseguirlo. Posiblemente, pronto tengamos ocasión de encontrar nueva documentación que nos de luz sobre este particular.

El diccionario de Pascual Madoz iniciado en 1834 y finalizado en 1845 en lo referente al saladar calpino expone; había unas salinas que se abandonaron en el siglo pasado por creerse causa de las calenturas intermitentes que solían padecerse. Todavía en la actualidad se embalsan en aquel recinto, llamado el Saladar, las aguas que provienen de las lluvias, y no hallando salida, forman lagos pantanosos que se corrompen en el verano, con grave detrimento de la salud pública.

La forma de exponer la problemática del Saladar calpino por parte de Madoz nos da que pensar que lo único que hace es copiar lo dicho por Cavanilles.

Primitivo molino de viento que en un principio molía la sal.

A partir de esta época, la zona del saladar entra en una etapa de deterioro y se convierte en foco de infección por las aguas que se encharcan en los años lluviosos. De hecho, parte de esta zona se llamó hace años la partida "dels Estanys" . Estanques en castellano, esta denominación está hoy completamente olvidada.

 El siguiente documento del que tenemos noticia es la subasta de los terrenos del saladar de Calpe en fecha de 1871 y lo curioso es que existe una laguna en el lugar que ocupaban las salinas. 

Subasta de las salinas de Calpe en 1871

Núm. 362 del inventario.- Un terreno denominado saladar, situado en término de la villa de Calpe, a la parte del E y a un kilómetro y medio de la población, procedente de sus propios.

Y linda por N. con tierras de los herederos de Benito Boronat, Antonio Tur, Pedro Sala, Juan Ortiz, herederos de Miguel Pastor, herederos de Jaime Boronat, y la de Juan Barber: por E. Con tierras de Antonio Beltrán, Vicente Perles, José Boronat, José Tur, Ursula Beltrán, Joaquín Querol, herederos de Miguel Ferrer, Juan Perles, Miguel Pastor, Jaime Pastor, Miguel Palacio, Francisco Roselló, Ignacio Roselló, Antonio Soria, viuda de Miguel Ivars, herederos de Joaquín Sala y Roque Avargues: por S. Con las de herederos de Antonio Tomás, Joaquín Sala, Vicente Cabrera, herederos de Miguel Pastor y las de Francisco Tur: por el O. Con las de herederos de D. José Feliu, con las de D. Pedro García y el mar.

Este terreno, convertido en una laguna y las partes altas en terreno salitroso y pantanoso, no produce nada ni es susceptible de cultivo alguno, únicamente cría escasos pastos, siendo la sosa la planta que más abunda y cuya superficie es comprensiva de 32 hectáreas, 20 áreas o 80 fanegas, equivalente a 64 jornales, 3 anegadas, 87 brazas.

Los peritos lo tasaron en 800 pesetas, y no produciendo renta alguna, sale a subasta por dicha cantidad.

Fueron peritos D. José Cardona, Agrónomo y José Beltrán, Práctico.

En 1876 la Comisión Hidrográfica levanta un plano de la costa calpina y nuevamente tenemos la salina grafiada en el llano. Este hecho nos reafirma en pensar que alguien con algunos conocimientos trató de poner en funcionamiento la salina durante aquellos años.

La sal a pocas semanas de ser cosechada

El siguiente intento de volver a poner en funcionamiento las salinas es por parte de Vicente Buigues Ferrando, oriundo de la vecina Moraira; experto marino y héroe en el salvamento del trasatlántico italiano Sirio en Cabo de Palos. Aproximadamente al año de la compra, el 14 de Marzo de 1918, Vicente escritura la finca de 44 Hectáreas "plantada parte de viñas, cereales y el resto en casi su totalidad destinada a pastos con una casa de labor" a nombre de sus cinco hijos; José, Vicente, Antonio, Josefa y Hermenegildo. Parte del saladar pertenecía a Juana Signes Costa y a los hermanos Rosa, Josefa y José Salvá Mulet , vecinos todos ellos de Gata de Gorgos que venden a la Sociedad Buigues Hermanos la finca.  La compra de estas tierras por parte de Vicente Buigues Ferrando "el ti Marguí", en un principio muy superiores a lo que fue después la explotación salinera, tuvieron un costo de 4400 pesetas.

La salina (marcada con la letra H) en una imagen de 1920.

Podemos ver que era menos de la mitad de lo que después fue de la mano de Antonio Buigues.

Parte de este lugar ya de por sí llamado el Saladar solía estar las más de las veces encharcado en los años lluviosos y por esta circunstancia proliferaban los mosquitos anofeles portadores de las terciarias. La escasa población de este lugar languidecía y estaba desfallecida por el uso continuado de Sulfato de Quinina que utilizaban para combatir las fiebres. El mismo Vicente Buigues las padeció en su juventud viéndose forzado a emigrar a Cabo de Palos.

 

Parte de las tierras de las antiguas salinas se habían convertido a finales del siglo XIX en tierras de labor. Para el drenaje de los campos existían dos acequias una a Levante y otra a Poniente. A estas acequias mayores se conectaban otras menores.

Como hemos dicho, Vicente Buigues, padre de los hermanos Buigues inició en 1917 la explotación de la salina que hemos conocido. Este hombre excepcional construyó las nuevas balsas para producir sal arrancando las cepas que habían plantado los anteriores propietarios, construye acequias de canalización de las aguas pluviales y consigue erradicar los temibles mosquitos anofeles que proliferaban en las charcas de agua dulce del saladar, inundando las charcas con agua de mar. El "ti Marguí" ideó un sistema muy ingenioso para que el agua de mar entrara por gravedad en su salina. Aprovechando los restos de tosca de la orilla del mar, construyó unos muros de poca altura y formó balsas, las cuales se llenaban por los impulsos del oleaje. En aquellos años era muy abundante el pescado dentro de la balsa principal, durante bastante tiempo se conservó esta balsa y a veces dejaba pescar a algún amigo suyo.

Mi madre a la puerta de la casa de la salina

 Década de 1960

Su primera cosecha de sal (a mediados de los años 20) no llegó a las dos toneladas y los hombres cortaban las láminas de sal con ganchos formando cuadros y volteándolos con las manos hacían montones.

Sin duda las mejoras más importantes en la salina se produjeron durante la administración de Antonio Buigues Vives hijo de Vicente y que gestionó la empresa de 1940 a 1960.En esa época se construyó una acequia que recorría todo el perímetro exterior de las salinas, se mecanizó con un motor semi-diesel y posteriormente con uno eléctrico la entrada de agua de mar a las salinas, se pusieron molinos nuevos, se construyeron nuevas balsas y se arreglaron las restantes.

Arriba del camión, Grimalt, Moragues.

Abajo, Sevilla y Ortolá.

Hasta 1972 la familia Buigues explota directamente las salinas. En esas fechas la arriendan a José Sanchis "El Saleroso" de Gandia su mejor cliente. Los "salerosos" Pepe y Andrés Sanchis, gestionan la sal hasta 1988 en que definitivamente deja de funcionar. Durante los años de gestión del Saleroso se encarga de la producción y recolección el hombre de confianza de los Buigues y posteriormente de los Sanchis, José Ortolá Avargues, padre del autor de estas líneas y que a sus 90 años (falleció en Enero de 2008 a los 94 años) es el último hombre en Calpe que sabe "hacer sal".

Dagma y Peret en la cosecha de 1968

 

Las salinas de Calpe fueron declaradas zona marítimo terrestre en 1993 expropiándoselas a sus legítimos propietarios sin compensación alguna. El 16 de Abril de 1993 se  produjo una sentencia del Tribunal Supremo anulando el deslinde como zona marítimo terrestre, hecho que a mi entender puede afectar muy directamente al Plan Parcial del Saladar.

 El día 8 de Julio de 2004 Costas declara: “En su virtud, la Dirección General de Costas, por delegación de la Excma. Sra. Ministra, ha resuelto: Declarar nula y dejar sin efecto la Orden Ministerial de 8 de enero de 1993, por la que se aprobó el deslinde de los bienes de dominio público marítimo-terrestre en las Salinas de Calpe”.

Lo sorprendente es que en Agosto de 2009 Costas inició un nuevo deslinde de la salina calpina haciendo caso omiso a la sentencia dictada por la Sala  de lo Contencioso-Administrativo del Tribunal Supremo de fecha 16 de abril de 2003.

Ver deslinde costas

ANDRES ORTOLA TOMAS