LA SALINA DE CALPE
Asegurarse el suministro de sal fue una de las mayores preocupaciones en todas las culturas y esta es una de las razones que hicieron de las riberas del Mediterráneo la cuna de la civilización. Roma y su cultura estuvieron muy ligadas al suministro de sal. En los primeros tiempos de la ciudad eterna, a cada soldado se le entregaba diariamente un puñado de sal para su abastecimiento, y fue así como se empezó a utilizar la palabra salario.
De
hecho, el desenvolvimiento humano está ligado a
las posibilidades de su aprovechamiento de sal.
Antiguamente fue símbolo de hospitalidad y se
ofrecía a los
huéspedes junto con el pan y durante
siglos la sal ha sido producto indispensable
para la alimentación humana. La sal era y es,
un artículo de muchísima importancia, no sólo
como condimento, sino también como principal
medio empleado en la cura del pescado, la salazón de la carne, en la
preparación del pan o en áreas más deprimidas
incluso como sustituto de las especias.
Modernamente, la sal tiene infinidad de usos
industriales.
Tres o cuatro hombres eran los encargados de amontonar la sal
La
importancia y antigüedad de nuestras salinas lo
confirman las instalaciones de salazón de época
romana de los Baños de la Reina. En aquellas
fechas el uso de la sal era primordial para la
factoría de salazón del Morelló. No olvidemos
que en dicha factoría
necesitaban grandes cantidades de sal
para conservar y sazonar el pescado y para la
fabricación del
garum,
salsa que los antiguos y especialmente los
romanos apreciaban sobremanera y que se
confeccionaba con las vísceras y la carne de
los pescados, como el atún, entre otros. Su
proceso de fabricación consistía en la inmersión
de las vísceras e intestinos del pescado en una
solución salina saturada y su posterior
fermentación favorecida por la acción de los
rayos solares.
Por
nuestra parte, existe un desconocimiento total
del funcionamiento de la salina en los siglos
posteriores a los romanos, la falta de
documentación específica nos impide conocer lo
sucedido en aquella época. No sabemos si estas
salinas llegaron a formar parte del
patrimonio del obispado visigodo de Denia, ni
tampoco si los árabes las utilizaron
plenamente, aunque debido a la necesidad de sal
existente en todas las épocas y siendo la sal
un producto de gran demanda, suponemos
que algún tipo de explotación existiría, ya
que a pesar de que la capacidad de fabricar sal
en el Reino de Valencia era grande, no era
lo suficientemente importante como para cubrir
las necesidades que demandaba la población o la
incipiente industria de curtidos o salazón. Las
primeras noticias que nos llegan se establecen
desde la conquista del Reino de Valencia por el
rey Jaime I cuando en 1240 el rey determina los
precios y lugares donde se podía comerciar con
la sal.
Durante el tiempo de la cosecha de la sal (Agosto) un muchacho se encargaba de llevar agua del aljibe
El
13 de Junio de 1260 en documento firmado en
Barcelona el rey Jaime concede las salinas de
Calpe a Bernat de Clora y los suyos a condición
de que entreguen a la corona, las 4/5 partes de
toda la sal y de todos los derechos que en
adelante produjeren. A este respecto, es muy
aclaratorio el documento firmado por el rey en
Egea el 29 de Noviembre de 1263 arrendando las
salinas a Guillermo de Narbona, militar, por
cinco años; dejando a favor del arrendatario el
aumento de los derechos y utilidades si los
hubiere, con tal de que este respete los fueros
de los cristianos y el modo de tributar de los
sarracenos; comprometiéndose el rey Jaime, por
su parte, a obligar
a todos los habitantes del reino “ultra” el
Jucar, a que se aprovisionen solamente de
la sal de las salinas de Castellón y de Calpe.
Con
posterioridad, en el año 1364 el Conde de Denia
arrienda las salinas calpinas a Guillem Buigues
El
impuesto sobre la sal llamado gabela,
nació de este modo y constituyó una de las más
onerosas servidumbres fiscales. Este impuesto
fue remodelado por las Cortes en 1510 asignándose
a cada casa un real de sal y por cada cien
cabezas de ganado, dos reales, toda persona,
hasta los niños, venía obligada
a comprar en una determinada salina una
cantidad estipulada de sal, dándose el caso de
que algunas poblaciones en épocas de catástrofes
o hambrunas no podían asumir el acopio de sal
que se les obligaba a adquirir, recurriendo a la
benevolencia del Arrendador General de Salinas
del Reino para que la cantidad asignada fuese
menor.
El
transporte de sal desde Calpe se efectuaba
mayoritariamente por mar con el consiguiente
peligro pirático que solían asaltar las
barcazas, tanto es así que el Cónsul de
Holanda en misiva dirigida al
Director General de Rentas Generales
fechada el día
30 Junio de 1755 se queja del peligro de
los berberiscos que frecuentemente infectan
aquellas costas. El transporte por tierra era prácticamente
nulo, los caminos
todos de herradura e impracticables la mayor
parte del año permitían solamente
el acarreo a lomos de animales y a través
de arrieros. Esta situación se prolonga hasta
finales del siglo XIX en que definitivamente se
abre el camino carretero por estas tierras de la
Marina.
Durante más de 500 años los arrendatarios fueron personas importantes y en muchos casos los administradores cometían fraudes y tenían las instalaciones en un estado total de abandono. En un informe de Septiembre de 1738 acompañado de una relación hecha por varios peritos se destaca lo deteriorados que están “los estanques, calentadores, acequias, muelles y las eras” así como el deterioro en que se encuentra el tejado del salero “ ya que conforme cahia el agua del cielo, dava sobre la sal, de que se siguió notable perdida, y se deshicieron mas de 700 fanegas de sal, que se hallaron de menos, pues dicho tejado estava tan claro, que por las mas partes se vehia el cielo, y la casa que esta separada, se esta cayendo, y no se atreven á habitarla los Administradores por temor de su ruina y la ermita que es más moderna esta deteriorada” . En este informe se cuestiona la gestión de Manuel Gárulo como administrador de las salinas calpinas.
En Diciembre de 1760
nuevamente el almacén de la salina
necesita diferentes reparos para
“impedir
la introducción de las aguas y que no se han
podido encerrar en el las 2.200 fanegas que se
han fabricado
este año, por lo que están a la inclemencia y
expuestas a robos y mermas”.
Los reparos necesarios fueron tasados por
Bautista Marco en 5.061 reales de Vellón y 16
maravedíes.
En
Enero de 1764 se les exige al administrador Juan
Gárulo y al Fiel Interventor Cristóbal de
Algarra la obligación acogiéndose a la nueva
normativa, de poner un Arca de Intervención con
dos llaves para guardar los caudales.
En Septiembre de 1780 el Fiel Interventor Josef Gonzales de Sepúlveda fallece después de diez años de trabajo en estas salinas, dejando a su viuda con dos niñas pequeñas y embarazada teniendo que recurrir ella a instancias superiores solicitando una pensión sobre el Fielato de Calpe ya que no tiene derecho al Montepío de Reales Oficinas y ha quedado en total desamparo y miseria.
A
partir de estas fechas la falta de productividad
de la salina calpina y la escasez de cosechas
hacen que el Administrador General de Valencia
proponga en el año 1782 diferentes reparos que
son necesarios para su buen funcionamiento.
Finalmente y
después de varios dictámenes se llega a
la consideración de que:
“
serian inútiles el gasto de esa cantidad, por
la mala constitución de las eras y depósitos
de la salina, por lo que no tendrían
subsistencia las obras, por la falsedad del
terreno y haverse planificado la fabrica sin mas
arte, que el haverla formado cavando en un
llano”.
“A
su consecuencia hacemos presente a V.I. que la
Salina llamada de Calpe, se halla situada en el
termino de la Villa de este nombre, a la orilla
del Mar, en un terreno tan sumamente desigual, y
arenisco, que con el tiempo, y sin embargo de
las continuas, y costosas obras, que se han
executado, ha llegado a decaer la fabrica en
terminos que no produce, ni para la mitad de los
precios comuneros de aquel partido, de modo, que
el resto se conduce de las Salinas de la Mata, y
sale a la Renta la Sal mucho mas varata que la
fabricada en Calpe.
Las salinas en toda su extensión en 1960.
Enterados
los de Calpe de la pretensión de la Corona de
“abandonar la fabrica de sal ” el sindico
provincial general Fernando Boronad y el sindico
comunero de
la villa de Calpe Jayme Garcia, con fecha 30 de
Septiembre de 1786, recurren el informe del
Administrador General de la Renta de la salina.
Ambos argumentan de los perjuicios a la Real
Hacienda al perder una fabrica el Patrimonio
Real, y que los vecinos quedarían gravados sin
utilidad de la Renta y además redundaría en
perjuicio de la salud pública:
“pues
abandonada esta fabrica como en el día lo está,
queda una laguna y rebalso de aguas, que
corrompidas por la falta de corriente y el
calor, infestan los ayres, de estos Paices, de
tal forma que son y serán inaguantables las
costelaciones de terciarias que padece esta
Villa y sus moradores, y según se amenaza en el
Acta Medica se padecerán en lo venidero”
......Y para que Vlma. No dude la verdad de este
humilde escrito a continuación certifican el
Rdo. Cura, Justicia y Medico de esta otra
Villa”
Certifican
lo expuesto por los dos síndicos, el alcalde
Mariano Garulo, el cura de la parroquia de Calpe
Pedro Mengual y el médico Josef Perles.
A
la vista de la petición de los síndicos
calpinos el Intendente del Reino solicita varios
informes sobre la situación real de la salina y
sobre la situación en que quedarían los
pueblos que recibían los acopios de sal de la
salina de Calpe,
“
se nos ofreció la duda, de si los Pueblos
acopiados à Calpe, se combendrian en tomar las
sales en Dènia: y encargamos al citado
Administrador General escribiese à los
Justicias respectivos, para solicitar su
condescendencia, y que nos enviase una razón de
las ventajas que se seguirían àla Real
Hacienda, de abandonar la Salina, y trasladar la
administración à Dènia, cotejando el coste de
la manutención de aquella, y el de las Sales de
la Mata, puestas en dicha ciudad.
En su cumplimiento y con Despacho del Intendente, paso un dependiente de la Ronda à hacer saber àlos 42 pueblos acopiados àla salina de Calpe, si les convendría tomar la Sal de su obligación en la ciudad de Dénia, en caso de trasladarse à ella la Administración y según igual numero de testimonios que acompañan àlas diligencias practicadas en el asunto, resulta que 32 Pueblos, son gustosos en que se trasfiera à Dènia la Administración por seguírseles notables conveniencias; 6 en que se les agregue al Alfoli de Alicante, por su mayor cercanía; y dos al de Gandia, y solamente las Villas de Calpe y Altea, lo resisten à causa de la inmediatez àla Fabrica, donde sus Vecinos tienen Jornales seguros lo mas del año, por las maniobras, y labores que se ofrecen, sirviéndoles de mas perjuicio que utilidad, por que abandonan el cultivo de sus campos, y muchos han vendido considerables porciones”
Finalmente,
y desde Madrid se dicta resolución el día 12
de Abril de 1787 en el sentido de:
“
Con reflexión à este Ynforme, y àlos
antecedentes que quedan explicados, nos parece:
Que ès mui útil, y beneficioso àla Real
Hacienda, y àla Villa de Calpe, el que desde
luego se inutilice, y extinga la Salina de su
termino, allanándola por quenta de la Renta, de
modo que se dè corriente à sus aguas, sin
peligro de que el revalso de ellas pueda
perjudicar àla salud publica, ni aprovecharse
de la muera para uso alguno.
Que
à su consecuencia se establezca la Administración
en la Ciudad de Dènia, pasando a ella con los
mismos sueldos que gozan el actual
Administrador, Fiel Interventor y Medidor, que
son los únicos dependientes que se necesitan,
quedando suprimidas las Plazas de Fabricante, y
Guarda que hay en Calpe, luego que se destine à
otro paraje à los que las sirven, de que
cuidaremos, para que se verifique quanto antes
este mayor beneficio àla Renta, y entretanto
dispondremos que hagan el Servicio en otras
Salinas donde haya falta.
Un mulo subía las vagonetas hasta donde la sal era amontonada
Para
dirigir los trabajos de inutilización de la fábrica
de sal se traslada a Calpe el Visitador General
de la Real Renta de Salinas Don Juan Pérez de Lazarraga, asistido de un escribiente interino y
de un ayudante, los cuales contratan cuadrillas
de peones y “en
32 días útiles de trabajo he logrado
enteramente la destrucción y allanamiento a la
referida fabrica, con la mayor perfección,
hasta dejar el terreno, o sitio, en la propia
disposición que crió naturaleza, e igual a la
altura de los campos a su circunferencia, de
forma, que quedando como queda, bien cerrada la
acequia o conducto, por donde se introducían
las aguas en la salina; y que las del invierno
las consumirá la tierra.
Esto sucedía en el mes de Agosto de 1787 y como podemos ver, los terrenos que comprendían la fabrica de sal quedan completamente llanos y sus acequias tapadas, a día de hoy desconocemos que sucedió con estos terrenos en los años inmediatos. Ya que sólo 5 años después, En 1792 Josep Cavanilles (descubridor de los mosaicos de los Baños de la Reina) nos dice:
"En la llanura contigua a las raíces de Hifac había unas salinas que se abandonaron estos últimos años por creerse causa de las calenturas intermitentes que solían padecerse. Lo cierto es que en años lluviosos se juntan muchas aguas en el recinto llamado del Saladar, y no hallando salida forman pantanos, y se corrompen en verano."
Después de lo expuesto por Cavanilles nos da que pensar o bien que no se hizo el trabajo de allanamiento bien o que los de Calpe por su cuenta y riesgo trataron de iniciar nuevamente la salina sin conseguirlo. Posiblemente, pronto tengamos ocasión de encontrar nueva documentación que nos de luz sobre este particular.
El diccionario de Pascual Madoz iniciado en 1834 y finalizado en 1845 en lo referente al saladar calpino expone; había unas salinas que se abandonaron en el siglo pasado por creerse causa de las calenturas intermitentes que solían padecerse. Todavía en la actualidad se embalsan en aquel recinto, llamado el Saladar, las aguas que provienen de las lluvias, y no hallando salida, forman lagos pantanosos que se corrompen en el verano, con grave detrimento de la salud pública.
La forma de exponer la problemática del Saladar calpino por parte de Madoz nos da que pensar que lo único que hace es copiar lo dicho por Cavanilles.
Primitivo molino de viento que en un principio molía la sal.
A partir de esta época, la zona del saladar entra en una etapa de deterioro y se convierte en foco de infección por las aguas que se encharcan en los años lluviosos. De hecho, parte de esta zona se llamó hace años la partida "dels Estanys" . Estanques en castellano, esta denominación está hoy completamente olvidada.
El siguiente documento del que tenemos noticia es la subasta de los terrenos del saladar de Calpe en fecha de 1871 y lo curioso es que existe una laguna en el lugar que ocupaban las salinas.
Subasta de las salinas de Calpe en 1871
Núm. 362 del inventario.- Un terreno denominado saladar, situado en término de la villa de Calpe, a la parte del E y a un kilómetro y medio de la población, procedente de sus propios.
Y linda por N. con tierras de los herederos de Benito Boronat, Antonio Tur, Pedro Sala, Juan Ortiz, herederos de Miguel Pastor, herederos de Jaime Boronat, y la de Juan Barber: por E. Con tierras de Antonio Beltrán, Vicente Perles, José Boronat, José Tur, Ursula Beltrán, Joaquín Querol, herederos de Miguel Ferrer, Juan Perles, Miguel Pastor, Jaime Pastor, Miguel Palacio, Francisco Roselló, Ignacio Roselló, Antonio Soria, viuda de Miguel Ivars, herederos de Joaquín Sala y Roque Avargues: por S. Con las de herederos de Antonio Tomás, Joaquín Sala, Vicente Cabrera, herederos de Miguel Pastor y las de Francisco Tur: por el O. Con las de herederos de D. José Feliu, con las de D. Pedro García y el mar.
Este terreno, convertido en una laguna y las partes altas en terreno salitroso y pantanoso, no produce nada ni es susceptible de cultivo alguno, únicamente cría escasos pastos, siendo la sosa la planta que más abunda y cuya superficie es comprensiva de 32 hectáreas, 20 áreas o 80 fanegas, equivalente a 64 jornales, 3 anegadas, 87 brazas.
Los peritos lo tasaron en 800 pesetas, y no produciendo renta alguna, sale a subasta por dicha cantidad.
Fueron peritos D. José Cardona, Agrónomo y José Beltrán, Práctico.
En 1876 la Comisión Hidrográfica levanta un plano de la costa calpina y nuevamente tenemos la salina grafiada en el llano. Este hecho nos reafirma en pensar que alguien con algunos conocimientos trató de poner en funcionamiento la salina durante aquellos años.
La sal a pocas semanas de ser cosechada
El siguiente intento de volver a poner en funcionamiento las salinas es por parte de Vicente Buigues Ferrando, oriundo de la vecina Moraira; experto marino y héroe en el salvamento del trasatlántico italiano Sirio en Cabo de Palos. Aproximadamente al año de la compra, el 14 de Marzo de 1918, Vicente escritura la finca de 44 Hectáreas "plantada parte de viñas, cereales y el resto en casi su totalidad destinada a pastos con una casa de labor" a nombre de sus cinco hijos; José, Vicente, Antonio, Josefa y Hermenegildo. Parte del saladar pertenecía a Juana Signes Costa y a los hermanos Rosa, Josefa y José Salvá Mulet , vecinos todos ellos de Gata de Gorgos que venden a la Sociedad Buigues Hermanos la finca. La compra de estas tierras por parte de Vicente Buigues Ferrando "el ti Marguí", en un principio muy superiores a lo que fue después la explotación salinera, tuvieron un costo de 4400 pesetas.
La salina (marcada con la letra H) en una imagen de 1920.
Podemos ver que era menos de la mitad de lo que después fue de la mano de Antonio Buigues.
Parte de este lugar ya de por sí llamado el Saladar solía estar las más de las veces encharcado en los años lluviosos y por esta circunstancia proliferaban los mosquitos anofeles portadores de las terciarias. La escasa población de este lugar languidecía y estaba desfallecida por el uso continuado de Sulfato de Quinina que utilizaban para combatir las fiebres. El mismo Vicente Buigues las padeció en su juventud viéndose forzado a emigrar a Cabo de Palos.
Parte de las tierras de las antiguas salinas se habían convertido a finales del siglo XIX en tierras de labor. Para el drenaje de los campos existían dos acequias una a Levante y otra a Poniente. A estas acequias mayores se conectaban otras menores.
Como hemos dicho, Vicente Buigues, padre de los hermanos Buigues inició en 1917 la explotación de la salina que hemos conocido. Este hombre excepcional construyó las nuevas balsas para producir sal arrancando las cepas que habían plantado los anteriores propietarios, construye acequias de canalización de las aguas pluviales y consigue erradicar los temibles mosquitos anofeles que proliferaban en las charcas de agua dulce del saladar, inundando las charcas con agua de mar. El "ti Marguí" ideó un sistema muy ingenioso para que el agua de mar entrara por gravedad en su salina. Aprovechando los restos de tosca de la orilla del mar, construyó unos muros de poca altura y formó balsas, las cuales se llenaban por los impulsos del oleaje. En aquellos años era muy abundante el pescado dentro de la balsa principal, durante bastante tiempo se conservó esta balsa y a veces dejaba pescar a algún amigo suyo.
Mi madre a la puerta de la casa de la salina
Década de 1960
Su primera cosecha de sal (a mediados de los años 20) no llegó a las dos toneladas y los hombres cortaban las láminas de sal con ganchos formando cuadros y volteándolos con las manos hacían montones.
Sin duda las mejoras más importantes en la salina se produjeron durante la administración de Antonio Buigues Vives hijo de Vicente y que gestionó la empresa de 1940 a 1960.En esa época se construyó una acequia que recorría todo el perímetro exterior de las salinas, se mecanizó con un motor semi-diesel y posteriormente con uno eléctrico la entrada de agua de mar a las salinas, se pusieron molinos nuevos, se construyeron nuevas balsas y se arreglaron las restantes.
Arriba del camión, Grimalt, Moragues.
Abajo, Sevilla y Ortolá.
Hasta 1972 la familia Buigues explota directamente las salinas. En esas fechas la arriendan a José Sanchis "El Saleroso" de Gandia su mejor cliente. Los "salerosos" Pepe y Andrés Sanchis, gestionan la sal hasta 1988 en que definitivamente deja de funcionar. Durante los años de gestión del Saleroso se encarga de la producción y recolección el hombre de confianza de los Buigues y posteriormente de los Sanchis, José Ortolá Avargues, padre del autor de estas líneas y que a sus 90 años (falleció en Enero de 2008 a los 94 años) es el último hombre en Calpe que sabe "hacer sal".
Dagma y Peret en la cosecha de 1968
Las salinas de Calpe fueron declaradas zona marítimo terrestre en 1993 expropiándoselas a sus legítimos propietarios sin compensación alguna. El 16 de Abril de 1993 se produjo una sentencia del Tribunal Supremo anulando el deslinde como zona marítimo terrestre, hecho que a mi entender puede afectar muy directamente al Plan Parcial del Saladar.
El día 8 de Julio de 2004 Costas declara: “En su virtud, la Dirección General de Costas, por delegación de la Excma. Sra. Ministra, ha resuelto: Declarar nula y dejar sin efecto la Orden Ministerial de 8 de enero de 1993, por la que se aprobó el deslinde de los bienes de dominio público marítimo-terrestre en las Salinas de Calpe”.
Lo sorprendente es que en Agosto de 2009 Costas inició un nuevo deslinde de la salina calpina haciendo caso omiso a la sentencia dictada por la Sala de lo Contencioso-Administrativo del Tribunal Supremo de fecha 16 de abril de 2003.
ANDRES ORTOLA TOMAS