Nuestros viajes

Iniciamos nuestros pinitos como viajeros cuando desde Calp fuimos dos veces a Madrid para arreglar los papeles en la Embajada Norteamericana. Viajes que hicimos en Vespa, y que la pobre no podía con los dos. Tardábamos dos días en llegar a los madriles. El primer viaje llegamos con la cara quemada por el sol y el aire.

 

Un alto  en la carretera y en el Monasterio de Piedra

Nueva York

Nuestro primer gran viaje fue cuando en Octubre de 1968 nos convertimos en emigrantes abandonando estas tierras hacia los Estados Unidos de América. Concretamente, a la ciudad de Nueva York. Recién casados y con poco más de 22/23 años emprendimos la aventura americana al igual que lo hicieron algunos calpinos en los años 20 del siglo XX. Calp en aquellos años no era tierra de oportunidades como lo ha sido a partir de 1970 en que se inició un lento crecimiento, mayoritariamente en el sector de la construcción y del turismo.

 

A la izquierda, en el subway de Flushing. 5ª Av. y Rockefeller Center. Estatua de la Libertad.

Revisando el "carro. Dagma en Washington con el otro "carro" y en las cataratas del Niagara.

 

En la Casa Blanca. En la Marina de Flushing y la primera nevada en el invierno de 1968. A la derecha de la imagen, nuestra casa.

En los cinco años que duró nuestra estancia en la ciudad de los rascacielos, recorrimos exhaustivamente, tanto la propia ciudad, como los estados vecinos desde; Maine al norte, hasta Virginia al sur y por el noroeste hasta el Canadá, en visita a las Cataratas del Niágara.

Norte de España y Portugal

A nuestro regreso y en 1974, hicimos un pequeño viaje de pocos días de duración a las tierras donde había nacido el padre de Dagma en el pueblo de Entrambasaguas en la provincia de Santander. Allí visitamos la casona propiedad de la familia y las tierras que todavía estaban en poder de la misma. De allí nos dirigimos hacia la vecina Portugal. Dio la casualidad que cruzamos la frontera en la tarde/noche del 25 de Abril de 1974 sin saber que ese día hubo un levantamiento militar que propició la caída de la dictadura salacista.

 

La hacienda familiar del padre de Dagma en Entrambasaguas (Santander). Muralla de Adriano.

Marruecos

En el mes de Agosto de 1976 nos fuimos a Marruecos invitados por una familia marroquí a la boda de una hermana de ellos. Salimos en nuestro Seat 124 de Calp por la tarde hacia Cartagena, donde estaba la familia marroquí. Después de conducir toda la noche embarcamos en Algeciras a Tanger. A los pocos kilómetros, ya en tierras marroquíes se rompe el otro coche y al final acaba remolcado por un mulo hasta un garaje, donde hubo que dejarlo para que lo repararan. Desde Meknés que era donde íbamos vino un taxi a recoger a los otros pasajeros. El taxista tenía prisa por llegar y conducía a casi 100 kilómetros por hora en una carretera llena de carros, gente a pie, baches, etc,. Así que de noche, medio dormidos, y pegados al taxi, no sabemos ni como llegamos después de conducir día y medio sin descansar. Esta familia tenía una buena casa en el centro de la Medina y allí estuvimos los seis o siete días que duró la fiesta. Al estar en la Medina, todas las callejas que salían de la casa eran muy estrechas y siempre acabábamos perdidos. La convivencia dentro de esta familia nos permitió conocer como era una boda bereber y como la vivían los protagonistas, familiares y amigos.

 

Boda bereber en Meknes (Marruecos) en Agosto de 1976.

Italia

A mediados de los setenta nos fuimos con nuestros primos Valeriano Ortolá y su esposa Lola en nuestro coche ( un Seat 124) a Venecia en pleno invierno. Una gran nevada desde Pisa a Venecia nos dejó bloqueados a media noche en la carretera. Fue la primera visita a esta ciudad, que por cierto estaba congelada.

 

Primer viaje a Venecia con Valeriano y Lola.

La compra de una pequeña furgoneta- en la que casi no cabíamos- nos permitió en aquellos primeros años el viajar por España, principalmente en Semana Santa y Agosto, que era cuando teníamos nuestras vacaciones. Más tarde, compramos una furgoneta marca Ebro, que tenía mucho más espacio, lo cual nos permitió disfrutar de todas las comodidades que hicieron que el viajar fuera mucho más llevadero. Con este nuevo vehículo nos lanzamos a recorrer España y Portugal. Europa a finales de los 70 ya la teníamos más cerca.

 

        Un alto en el camino.                                                             Dagma con uno de los monos de Gibraltar.

Nueva York. Puerto Rico y Venezuela

Como la madre de Dagma seguía en Nueva York regresamos a la ciudad de los rascacielos en al menos dos o tres ocasiones. En una de ellas fuimos a Puerto Rico a visitar a una amiga que vivía en la ciudad de Arecibo. Llegados a San Juan alquilamos un coche y nos dedicamos a recorrer la isla, que dicho sea de paso en pleno mes de Agosto, hacia un calor bochornoso. Como la isla se nos quedó pequeña y disponíamos de tiempo, sacamos billete y nos fuimos los dos (sin Ondina) a Caracas en Venezuela. Alquilamos un coche, a pesar de las recomendaciones de que no fuéramos solos por aquellos lugares, y nos montamos en el coche con destino a Puerto Cabello. En este viaje tuvimos el mayor susto de nuestras vidas; en primer lugar, nada más salir de Caracas, pinchamos, después nos subimos a la Colonia Tovar que es un asentamiento alemán a unos 60 kilómetros de Caracas. Este lugar tiene como atractivo el que en tierras americanas haya un pueblo enteramente alemán desde 1843 y que durante muchos años estuvo aislado del resto del país. La Colonia se encuentra a 1800 metros de altitud y para subir hay una carretera estrecha y con unas pendientes muy pronunciadas, flanqueada por unos barrancos muy peligrosos por su profundidad. Pues bien, bajando se nos rompieron los frenos y casi nos matamos. De regreso ya muy cerca de Caracas, nos cayó encima el diluvio universal y -otra vez- casi nos arrastra la corriente desde la carretera al río. Así que el recuerdo que tenemos de Venezuela es bastante deprimente, con el añadido de la inseguridad que había.

 

En Venezuela y la carretera bajando de Colonia Tovar donde se nos estropearon los frenos

Canadá y Estados Unidos

Más tarde (en 1988) con nuestros amigos Vicente Jorro y su esposa Paqui, hicimos un magnifico viaje que se inicia en Nueva York, donde alquilamos una autocaravana que nos llevo hasta Washington y al vecino Canadá. Desde allí en avión hacia la península de la Florida, donde nuevamente, alquilamos otra caravana con la que recorrimos todo el estado de la Florida.

 

Paqui y Dagma en Washington. La caravana que alquilamos en Florida. En el ferry a Staten Island.

Abajo en Disney y en las cataratas del Niagara.

California y Nevada

Años después-en diciembre de 1997- con otros amigos; Jaime Tierra y su esposa Dorita nos dirigimos a California, a la ciudad de los Ángeles. Allí alquilamos un coche para recorrer todas las tierras californianas de norte a sur hasta la frontera mejicana. Más tarde, hacia la ciudad de Las Vegas y el Gran Cañón del Colorado. Esta fue nuestra última aventura americana.

 

Santa Bárbara Misión. Los casinos. Los Ángeles. El Parque Nacional de los Sequoias. Las Vegas y la foto típica.

Laponia

En los inicios de los ochenta, con nuestra furgoneta Ebro nos fuimos a los fiordos noruegos, llegando hasta Bergen. De regreso nos paseamos por la República Democrática Alemana en dirección a la ciudad de Berlín, donde atravesamos el famoso muro y vimos lo mal que era la vida en el otro lado. La impresión que nos dio era que el país se había convertido en una cárcel inmensa. Salir de Berlin y volver a atravesar la Alemania Comunista era toda una odisea. El mal estado de las carreteras y la vigilancia a que estábamos sometidos hacia el trayecto muy desagradable.

 

Segundo viaje a Laponia. Los renos. La furgo y la ciudad de Berlín durante los años de la división.

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Checoslovaquia, Polonia, Hungría y Yugoslavia

En 1984 nos aventuramos a recorrer los cuatro países comunistas de Checoslovaquia, Polonia, Hungría y Yugoslavia. Tuvimos que sacar los visados con meses de antelación, no así el de Checoslovaquia que tuvimos que hacerlo en Viena. En aquellos países volvimos a revivir, aunque en menor medida, nuestra experiencia de visitar Berlín. Trabas al cruzar las fronteras, a veces no habían más de cuatro coches en la cola. Eran los años en que no había casi combustible en la pocas gasolineras ( había que comprar unos bonos en la frontera) existentes. Los años de los carromatos o animales sueltos en las carreteras. Pero, también teníamos la ventaja de que no habían casi turistas y la gente era más auténtica. Era obligatorio el presentarse a la policía durante las 48 horas siguientes a la entrada al país, algo muy complicado en viajeros que van por libre.

 

Imágenes de Karlovy Vary, (Checoslovaquia) Brno, lago Balaton. Praga. ? y Varsovia.

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 Inglaterra, Gales y Escocia

Al mes de Agosto siguiente nos fuimos a Gran Bretaña a recorrer Inglaterra, Gales y Escocia. En un principio era bastante complicado el circular por la izquierda -sobre todo en una ciudad como Londres- allí vimos las primeras rotondas que todavía no se habían implantado en el continente europeo. Más tarde, empezó a construirlas Francia. Por las tierras altas de Escocia las carreteras son tan estrechas que sólo cabe un vehículo. Una constante en Escocia son las ovejas que campan por todas partes sin dueño aparentemente. Igual se acuestan en la carretera, que corrían delante de la furgoneta como conejos. En un día desapacible recorrimos las orillas del lago Ness sin ver al monstruo, a pesar de lanzar piedras a las oscuras aguas para espantarlo.

 

La última casa  al norte de Escocia. Lago Ness y a comerrrr...

En Stonehenge visitamos las enormes piedras que a modo de circulo están clavadas en el suelo. Impresiona el trabajo que hicieron las personas que las colocaron.

Una constante en toda Gran Bretaña es la imposibilidad de aparcar una caravana de noche. En las carreteras cercanas a las playas, estaba prohibido aparcar desde las 11 de la noche a las 6 de la mañana. La mayoría de los aparcamientos estaban limitados a dos metros de altura. Fue realmente difícil el hacer todo el recorrido en acampada libre. Pero, eso no quiere decir que no lo consiguiéramos en los más de 20 días que estuvimos por allí. Incluso un día, la propia policía nos acompaño a un camping del que salimos tan pronto lo hizo el policía.

 

Campiña escocesa. Stonehenge y un puerto escocés.

Ni que decir, que no paramos de correr por toda Europa. Hicimos infinidad de viajes a lo que fue la antigua Checoslovaquia. Nos encantaba recorrer los pueblos de Bohemia: Kutná Hora, Ceský Krumlov, los balnearios de Frantiskovi, de Mariánké y de Karlovy Vary. Los pueblos de Plzen, Cheb, Teresin, Telç, etc.. La ciudad de Praga, en la que en aquel entonces se podía pasear tranquilamente sin los agobios del turismo de masas y disfrutar plenamente de todos sus rincones.

 

Dinamarca. París. Berlín. Bruselas. Praga y el Puente Carlos.

Expedición al Sahara

En el mes de noviembre de 1986 regresamos por segunda vez a Marruecos. En esta ocasión, la expedición estaba compuesta por dos furgonetas y siete personas; Luis Serna, Mari Berna, Juan A. Andrés, su hermano Vicente, Mari Sendra y nosotros dos. Pensábamos atravesar el Atlas marroquí hasta Zagora, última ciudad antes de entrar en el gran desierto del Sahara. Una de las furgonetas, tuvo varias averías y acabamos remolcandola hasta un pueblo llamado Souk-El-Arbá donde conocimos a uno de los caciques locales, que resultó ser español y que nos ayudó con la avería que teníamos. Este fue el principio de una gran amistad entre la familia de los Perez (así se apellidaban) y los expedicionarios, que cada vez que volvían a Marruecos pasaban por su finca.

 

Expedición al desierto del Sahara. Los viajeros con los Pérez. En una acampada. Mujeres marroquíes de Calp. Pasando el Atlas. Uarzazate, la puerta del desierto

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Agosto 1989. Segundo viaje a los fiordos noruegos

Al emprender este viaje éramos conscientes de las dificultades que entrañaba una aventura de estas características y de los problemas con los que nos podíamos encontrar. Desde Calpe al Cabo Norte en Noruega son unos 9.000 Kms. ida y vuelta. A pesar de que íbamos pertrechados de aquellas piezas de recambio que pensábamos que se nos podían romper, al final se nos rompieron las que no llevábamos. En este viaje y por orden cronológico se nos rompió; la culata, el cigüeñal, un tubo de la inyección, se nos enganchó uno de los inyectores y como broche final, se partió la transmisión. Nunca pensamos que la furgoneta se nos iría partiendo por el camino y, una de las averías (la más grave, rotura del cigüeñal) se produjo en un descampado a 30 Kms. al sur del pueblo lapón de Karigasniemi, muy cerca ya del Cabo Norte (278 Km). Por suerte nos llevaron a un magnifico taller en el que “solo” estuvimos 6 días aparcados en la puerta, con temperaturas de unos 2º bajo cero en pleno mes de Agosto y encima siempre de día. No había en un centenar de kilómetros a la redonda más que pequeños núcleos de pocas casas. Imagínense que 6 días más largos -sin nada que hacer- sólo pasear por el bosque.

 

En Haparanda (Finlandia). La furgo sin motor en Karigasniemi y en Hammerfest (Noruega).

Desde el norte de Estocolmo, en Suecia, embarcamos en un transbordador que nos llevó hasta la ciudad de Turku en Finlandia. Fue maravilloso el viaje a través de las islas del archipiélago de Turku, en un mar en calma absoluta. Recuerdo que a las 2 de la madrugada estábamos en cubierta observando un sol rojo e inmenso parado en el horizonte. Llegamos a Turku a las 6 de la mañana y lo que más nos llamó la atención fue la limpieza que se veía en todas partes. Turku es la ciudad más antigua de Finlandia, nació como lugar natural para el comercio a orillas del río Aurajoki que desemboca en el mar Báltico. La catedral y el castillo, los monumentos más importantes de la historia de Turku, se remontan al siglo XIII. Muy cerca se encuentra la pequeña ciudad de Naantali. Formada por viejos pasajes y casas de madera y su encanto es resaltado por el centelleante mar a su alrededor. Es un lugar absolutamente idílico.

Seguimos en dirección a Helsinki, ciudad que nos sorprendió por su grato ambiente. La gente estaba en todas partes. Había muchísima juventud por sus calles y plazas, especialmente la del Mercado, en el muelle del Sur. A la hora del café la gente se reúne para descansar y charlar. Desde esta plaza arranca el Bulevar Espaldan, donde había un gran gentío paseando.

Desde Helsinki nos dirigimos hacia el norte a través de la Finlandia central. A lo largo de esta ruta,se puede ver el típico paisaje lacustre finlandés, sobre todo en el tramo entre Latí y Kuopio. Más al norte nos encontramos con la ciudad de Rovaniemi, allí empieza el Circulo Polar Ártico. Al norte de la ciudad, está situado el pueblo de Papa Noel, con su estafeta de correos, tiendas y talleres. A las cartas dejadas allí se les pone un matasellos especial. Naturalmente,nos dieron el certificado de paso del Circulo Polar Ártico.

 

Con una familia lapona en Inari. A punto de embarcar en Helsingor (Dinamarca)

Nos encontramos a las puertas de la laponia finlandesa. Aquí, los parajes salvajes son una fascinante experiencia sobre todo en las claras noches de verano. A 300 Kms. al norte se encuentran las poblaciones de Ivalo e Inari. En la oficina de turismo de Inari conocimos a una chica cuyos padres tenían una granja en pleno bosque, a unos 20 Km. del pueblo. Allí nos dirigimos y la verdad que nos atendieron muy bien, dimos de comer a los renos, practicamos el lazo sin conseguir acertar a ninguno de ellos y nos invitaron en una de las tiendas que tenían a tomar café, acompañado con queso de reno.

En Inari cabe la posibilidad de viajar en hidroavión a Ukonkivi, un viejo lugar de sacrificios, que antiguamente era el lugar sagrado de los lapones, al igual que todo el lago de Inarijarvi. Esta excursión también es posible en barco. En Inari visitar el museo al aire libre, donde visitaremos viviendas típicas, graneros y gente vestida a la usanza tradicional.

Por estas latitudes ya empiezan a escasear los bosques, la crudeza del clima condiciona no sólo la flora, también la presencia humana es escasa, menos de 6 habitantes por kilómetro cuadrado. Aquí empiezan las últimas regiones salvajes de Europa. La riqueza en vida botánica y animal de estas latitudes es digna de ser conocida. Coger bayas, encontrarse con los apacibles renos o vagar por los paisajes de esta tierra extrema son experiencias únicas. También es una experiencia única el que aquí mismo, a 1300 kms al norte de Helsinki, se te parta el motor.

Una vez arreglada la avería y la verdad un poco desanimados, continuamos hacia el norte en dirección a Hammerfest en Noruega, la ciudad más austral del mundo. Encerrada en una bahía, ha sido a lo largo de casi 300 años un importante centro comercial. Arrasada en 1944 (fue una base alemana durante la segunda guerra mundial) se encuentra hoy en día dedicada plenamente a la pesca y a la industria del pescado. Hacía un frío que pelaba ,habrá que ver este lugar en pleno invierno, cuando la noche polar y el frío duran meses y meses.

 

Hammerfest (la ciudad más austral del mundo). En Dinamarca y el Parque Frogner en Oslo.

Y, finalmente Cabo Norte donde desde el día 14 de Mayo hasta el 30 de Julio el sol está sobre el horizonte en un día de 1440 horas de duración.

El regreso ya a toda prisa por Suecia, Dinamarca y un rosario de averías que nos quitaron las ganas de admirar nada de lo que veíamos. Nuestra única preocupación era buscar un sitio donde nos arreglaran el problema de cada día.

Después de 25 días de “vacaciones” llegamos a Calpe a finales de Agosto. Y naturalmente, cambiar la furgo por otra nueva, marca Renault.

Agosto 1993

 Rumania y Croacia.

 Llegamos a la frontera húngaro-rumana de Nagylak a las 4 de la tarde y logramos atravesar la barrera pasadas las 9 de la noche, diluviando y en una noche oscurísima. Al otro lado de la frontera parecía otro mundo. Coches y gentes a ambos lados de la carretera. Los pueblos que encontrábamos a nuestro paso estaban completamente a oscuras. No hubo forma de encontrar el camping que se suponía estaba en la población de Arad, así que a dormir aparcados junto a unos edificios en construcción. Nos dijimos; si todo es así, estamos listos. Efectivamente Rumania es así. Todo a oscuras. No había combustible para la furgoneta. Las colas en las gasolineras tenían en algunos casos, casi dos kilómetros y la gente empujaba los coches hasta llegar al surtidor. Eso sí, el gas-oil estaba a 34 ptas. el litro, pero, de muy baja calidad y eso se notaba en la humareda que todos dejábamos atrás.

 

Transporte típico rumano. De acampada y la ciudad de Bucarest en pleno auge del presidente Ceaucescu

De todos los europeos, el rumano es el que peor conduce; adelantan en curvas sin visibilidad. En cambios de rasante. De noche, circulan carros completamente a oscuras. No respetan ninguna señal de tráfico. Entre los muchos accidentes de circulación que vimos, hubo uno que no hemos olvidado. En un cambio de rasante, nos adelantaron un camión y un turismo, de repente se encontraron en medio de la calzada toda la comitiva de un entierro. Resultado, chocaron los dos, el féretro tirado en medio de la carretera y el cura dirigiendo el tráfico. Por suerte no atropellaron a nadie.

A sólo 55 kilómetros de Arad se encuentra Sighisoara, pueblo natal del legendario Conde Drácula (1431-76), donde aún se conserva la casa en la que pasó sus primeros años, situada en medio de la antigua ciudadela amurallada. La torre del reloj y la preciosa iglesia Bergkirche son otros de los atractivos de esta impresionante ciudad.

Conocer Rumania es visitar sus pueblos rurales. Estos pondrán al viajero en contacto con las formas más significativas del país, que resumen las particularidades del pasado. Los pueblos son todos alargados siguiendo la carretera, las casas de madera con una decoración interior que parecen estar diseñadas para los turistas, todo labrado en madera y con los tradicionales colgantes en rojo y en negro. Parecen casitas de muñecas que sus propietarios nos muestran con autentico orgullo. En el exterior, enormes pórticos de madera labrada a mano dan la bienvenida al visitante.

En Bucarest, la capital, se empiezan a notar los destrozos causados por los faraónicos proyectos de Ceausescu, la mayoría de ellos inacabados. La zona que rodea a las ruinas de la Corte Vieja corresponde al núcleo más antiguo de la ciudad, donde Drácula construyó una ciudadela en el siglo XV. Muy cerca, se encuentra la posada de Manuc, una construcción de 1808 que destaca por la elegancia de su arquitectura. Alrededor del lago Herastrau se encuentra un gigantesco parque y un fascinante conjunto de casi 300 casas rurales de todas las regiones de Rumania.

Cola en una gasolinera y la plaza de Brazov

A unos 40 kilómetros al norte de Bucarest se encuentra Snagov, allí se suponía que encontraríamos un camping. Salimos de Bucarest a las 6 de la tarde y, lo cierto es que nadie nos daba razón del dichoso camping. Acabamos perdidos dando vueltas alrededor del lago, donde por cierto, reposan los restos del terrorífico Vlad Tepes (Drácula). Estuvimos hasta la 1 de la madrugada, por solitarios y desastrosos caminos de tierra que parecía no conducían a ninguna parte, sabiendo a quien teníamos por vecino y que había sido asesinado por aquellos bosques que rodean el lago.

Al día siguiente, cruzando los Cárpatos y con un día espléndido nos dirigimos hacia Transilvania. Praderas verdes, campesinos amables y ciudades, todas con un regusto antiguo y un centro medieval perfectamente conservado. Sibiu o Brasov, sin duda una de las ciudades más bellas. El núcleo amurallado alberga edificios notables como la iglesia Negra, o el antiguo ayuntamiento. Cerca de Brasov se encuentra el castillo de Bran (1377) colgado en un peñasco, en él y en ciertas tradiciones relacionadas con Drácula se inspiró Bran Stocker para escribir su famosa novela.

Ya por estas tierras el viajero individual se encuentra con dificultades, pero organizado o no, el recorrido por Transilvania merece la pena. Empiezan a escasear las gasolineras y hay poco que comprar en las tiendas de comestibles. Parece que se ha detenido el tiempo, pueblos bien cuidados, campesinos con los atuendos típicos, carromatos tirados por bueyes...

Iglesia del Cementerio Alegre de Sapanta

Seguimos hacia el norte en dirección a Bucovina, queríamos hacer la ruta de los monasterios. En los límites de Transilvania se encuentra la famosa garganta del Bicaz con sus imponentes tajos de más de 200 metros de altura. En Tirgu-Neamt, una pequeña ciudad cuyo principal atractivo es su antigua ciudadela y los monasterios de los alrededores. El de Agapita, el de Varatec y el de Neamt que fue construido en tiempos de Esteban el Grande.

En Suceava, capital de Bucovina, conserva muchos vestigios de la época en que era sede del principado (1388-1565). Situado al norte de Suceava, el monasterio de Dragormina impresiona por sus gruesos muros que lo protegen y la alta torre de la iglesia, laboriosamente esculpida.

En un radio de unos 50 kilómetros de Suceava se encuentran algunos de los monasterios más importantes de Rumania.

Cruzando espesos bosques de abetos nos dirigimos hacia el noroeste bordeando la frontera soviética en dirección a Maramures una de las regiones más autenticas de Europa, aquí se conservan todavía formas de vida de la edad media. Tuvimos la suerte de llegar a Sapinta un domingo por la mañana con lo cual "pillamos" a todo el mundo en la misa que se celebraba en la iglesia del cementerio. Los hombres aparte de las mujeres, ellos y ellas con sus trajes típicos. El cementerio de Sapinta, llamado el Cementerio Alegre, está adornado con tallas de madera, retratos de los muertos y epitafios irónicos en las lápidas. Allí compramos una manta de lana a unos campesinos y que un año después todavía olía a borrego.

Un pueblo cualquiera en Rumania

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Croacia 1993

Salimos de Rumania por la población de Satu Mare en dirección a Hungría , tras 4 horas largas para salir. La verdad que Rumania es uno de los pocos países, junto con su vecina Bulgaria, en los que la gente conserva el encanto de la espontaneidad y la sencillez.

De la experiencia rumana a Croacia en plena guerra. A la vuelta de Rumania fuimos desde Zagreb hasta la costa en dirección a Zadar y la verdad, fue una experiencia muy desagradable. Nada más llegar a la frontera croata los guardias no nos querían dejar entrar.

Puerto de Karlobag (Croacia) y el puente de Mostar

Se mezclaba la falta de todo lo básico, con la inseguridad que proporcionaban los francotiradores al circular por esta estrechísima carretera costera en la que sólo circulaban poquísimos coches de nativos y a toda prisa. Del todo desaconsejable el transitar por esta carretera, sobre todo en el tramo entre Rijeka hasta Zadar. Las curvas se cuentan por miles y la estrechez de la vía es tal, que en algunos tramos casi no caben dos coches. No hay arcén. Nos adentramos unos 200 Km hacía el sur y al final tuvimos que dar la vuelta y poner pies en polvorosa.

La experiencia anterior fue más gratificante, corría el año 1984, Yugoslavia era el país de la orbita comunista más abierto al turismo occidental. Todo eran facilidades, había de todo y la gente era encantadora, nada hacia pensar en un futuro sangriento a pocos años vista. En 2010 a la vuelta de un viaje a Turquía, regresamos atajando por Bulgaria, Serbia, Bosnia y finalmente, Croacia. En Bosnia todavía saludamos a los soldados españoles, destinados en Sarajevo.

En Abu-Simbel (Egipto). En la Acrópolis de Atenas y en la ciudad romana de Leptis Magna en Libia


Continuará cuando tenga otro rato. Todavía hay mucho que contar: Tercer viaje a Laponia. Cuatro viajes a Turquía. Bielorusia. Sicilia.......

Dagma y Andrés