La partida de la Cometa o Regaig
Hablar de la Cometa o
Regaig, es también hablar de les Cases de Torrat. Este pequeño núcleo de
población comprendía diez o doce familias. De las cuales seis viviendas,
correspondían a los hermanos Torrat, en el que había dos casas principales.
Si tomamos el Censo
Electoral de 1885 nos encontramos en el caserío de la Cometa con nueve personas
con derecho a voto;
Vicente Bañuls Bertomeu
de 49 años.
Juan Bañuls Bertomeu de
47.
Pedro Giner Cabrera de
52.
Felix Pineda Sala de
64.
José Tur Pastor de 74.
José Tur Crespo de
Francisco, de 56.
Antonio Tur Crespo de
43.
Pedro Tur Crespo de 35
y
José Crespo de José, de
38.
Tenemos constancia del
fallecimiento de José Tur Crespo el 11 de Agosto de 1890, aunque no podemos
afirmar que fuera uno de los electores del censo de 1885.
El riurau de la Cometa y la era
Llama la atención que
el topónimo Regaig deja de utilizarse a principios del siglo XX. Con
anterioridad, era habitual encontrarnos con ambas denominaciones, Cometa o
Regaig, conjunta o separadamente. Por ejemplo, en el Registro Fiscal de
Viviendas de fecha 4 de Abril de 1894. Los hermanos Pedro, Teresa, Jaime y
Josefa Tur Crespo viven en Regaig o Cometa. Así como Tur Pastor, heredero de
José y Pedro Tur Blanquer.
El último documento en
que hemos encontrado esta referencia, es en un acta del Ayuntamiento de Calp,
del 1º de Enero de 1903, Pedro Tur Crespo como segundo teniente de Alcalde está
domiciliado en la partida de Regaig. Los hermanos Tur Crespo, los Torrats, eran
nueve hermanos. Al ser estos el núcleo familiar más numeroso, posiblemente el
lugar pase a ser más conocido como “ les cases dels Torrat”.
En los primeros años
del siglo XX varios cometeros se vieron obligados a emigrar a Argelia, allí
escucharon que en tierras de la Cometa del Oró había un tesoro enterrado por los
moriscos expulsados de este lugar. A la vuelta de aquellas tierras, alguno de
los hermanos “Torrat” trabajaba más profundamente los campos en busca del
anhelado tesoro que les haría ricos. No encontraron la fortuna en el tesoro de
oro y plata, pero, la tierra agradecida les proporcionó buenas y abundantes
cosechas. Uno de ellos, Pedro hizo un pozo en la parte de arriba de las casas y
al llegar a cierta profundidad tropezó con una losa y siguió ahondando con el
mayor secretismo. En este pequeño núcleo de población, pronto surgieron los
rumores entre la gente sobre si Pedro había encontrado el “tesoro” de la Cometa.
Pedro juró y perjuro que no había encontrado nada en el pozo, pero las dudas
entre sus vecinos siempre existieron. Más tarde compro dos casas en Calp con lo
cual los viejos rumores surgieron de nuevo. Pedro llegó a ser Alcalde en 1904 y
posiblemente algún año más, aunque la falta de documentación entre los años 1905
a 1910 nos ha impedido confirmarlo, si podemos afirmar que durante 1911/12 es
sustituido por Cosme Jorro Ripoll.
Colocación de la primera piedra con el alcalde
Pedro Tur "Torrat"
Pero nuevamente
lo es Pedro Tur Crespo desde Diciembre de 1913 a Septiembre de 1915, en que
vuelve a ser sustituido por Cosme hasta Noviembre de 1916. En esta ocasión es
otro cometero, José Tur Ribes, vecino de Regaig, jornalero de 41 años que no
sabe leer ni escribir. La toma de posesión de José Tur es recurrida ante la
Comisión Permanente de la Diputación de Alicante
“contra la validez de la proclamación de candidatos el 4 y la elección del
día 11 de Noviembre de 1917” Lo firman
Miguel Roselló Yvars y Francisco Mulet Barber. La Comisión finalmente, desestima
la alegación en fecha 13 de Diciembre de 1917. Casualmente, es el propio Miguel
Roselló el que ostenta el cargo de Alcalde de Calp en los años 1918/19 y 20. En
1921 vemos nuevamente a Pedro Tur Crespo presidiendo como Alcalde, la colocación
de la primera piedra del cementerio de la Canuta del que fue madrina su hija
Pepita Tur.
Nos contaba Antonio Tur
Pineda en sus historias de la Cometa;
en la plazoleta de
las casas de los Torrat se practicaba el juego de pelota entre los vecinos del
lugar como pasatiempo en las tardes domingueras. De los que no jugaban, unos se
encargaban de marcar las rayas y colocar las fichas. Otros buscaban las
pelotas por los tejados y los bancales detrás de las casas. La gente que no
jugaba, mientras esperaban, se sentaban en el “cup” delante de la casa de Vicent
de Torrat o en la parte donde estaba el "marchador", comentando el juego o
hablando del trabajo.
En todas las casas de
la partida habían jugadores. De casa Águeda, estaban los hermanos Pepe y Pere,
en casa Bernat de la Viuda destacaba Pepe, en casa Salvador, los dos hermanos.
También venían los hermanos Ripoll de la Empedrola, la familia Salvadora del
Carrió, Pepe Serpentí, Barriaca, etc,.
Les cases de los Torrat
A los cometeros les era
reconocida la calidad del vino que producían y de la uva que vendimiaban. En los
primeros días del mes de Agosto
"Quant per agost
escoltes trons tots els raims són bons"
se iniciaban los
trabajos de la vendimia, hombres y mujeres se encargaban de cortar los racimos,
bien de moscatel para su venta o de otras variedades para la elaboración del
vino. Los frutos de las vides eran transportados a lomos de caballerías, hasta
el “cup”. Cada caballería transportaba cuatro capazos en los “anganells” por
estrechas sendas. Eran estos (los capazos) fabricados con palmito en la partida
benisera de Pinos: Cada capazo admitía dos arrobas de capacidad.
Ya en la casa o en el
riurau, los hombres descargaban de las caballerías los capazos con los racimos y
los introducían en el amplio lagar, el encargado, con un clavo rayaba en la
pared la cantidad de ellos según iban entrando. Los jornaleros encargados de
pisar las uvas, calzados con recias alpargatas de esparto, iniciaban su tarea al
ritmo de canciones tradicionales, mientras con una mano agarraban una soga que
pendía del techo para mantener el equilibrio. El vino iba cayendo entre las
juntas de las tablas al receptáculo inferior donde, piel y “raspas” se había
mezclado, allí permanecía hasta el día siguiente cuando ya se seguía el
procedimiento establecido y que finalizaba con su almacenamiento en toneles de
madera.
Cada una de las
variedades de uva tiene sus características, así, el “gironet” da un caldo tinte
y dulzón. El “merseguera” da más rendimiento en las parras, pero es más áspero
y muy claro, haciendo buena mezcla con el “gironet”. El “monastrell” es
intermedio entre ambos y el “bobal” es algo seco. En tierras de la Cometa el
mejor vino se hacía en casa de Bernat de la Viuda usando uvas de la variedad “gironet”.
Habitualmente la producción anual de Bernat era de una bota de 50 cantaros y dos
de 40 cada una.
Chavales "tirant panera"
A principios del siglo
XX una gran tormenta de pedrisco arruinó las viñas y al año siguiente, surgió la
plaga de la filoxera que definitivamente aniquiló lo poco que quedaba, dejando
en el paro a muchos vecinos de las Casas de Torrat, la Empedrola, la Vallesa o
Salamanca y por añadidura a gran parte de la comarca. Tiempos difíciles, gran
parte de los jornaleros de estas tierras se vieron forzados a emigrar a la
vecina Argelia, paradójicamente a trabajar en lo que siempre habían hecho, la
vendimia, tanto en la poda como en la recolección de las vides.
Mientras tanto,
aquellos que se habían quedado empezaron a arrancar las cepas con una máquina
movida a mano y que trabajaba del modo siguiente; este artilugio se desplazaba
entre dos hileras de cepas donde dos hombres amarraban cada una de ellas y a
manivela se las arrancaba y así con las siguientes.
En las tierras de la
Cometa no solo tenía rentabilidad la uva para vino, también lo era la
fabricación de la pasa. Es a partir de la Virgen de Agosto en que se inician los
trabajos de preparación; la limpieza de la caldera, el acopio de leña para los
hornos, tanto de la caldera de escaldar como de la estufa que debía secar los
racimos. Se revisaban y reparaban los cañizos sobre los que debían depositarse
los racimos ya escaldados. A principios de Septiembre, la uva había madurado lo
suficiente para producir una pasa dulce y de calidad.
Jóvenes vendimiadoras arreglando los racimos
Tradicionalmente la
“escaldá” duraba hasta finales de Septiembre. Se cortaban los racimos de la uva
de moscatel y en caballerías o en carro se transportaban hasta el riu-rau. La
preparación del “lexiu” se iniciaba dos días antes. Al día siguiente, con las
primeras luces, los agricultores ponían el agua a calentar en una caldera
situada a ras de tierra. Normalmente, era un niño el encargado de mantener el
fuego. Era este un recipiente de una capacidad entre cien y doscientos litros.
Usualmente la caldera era de hierro, aunque también de cobre.
En su momento se le
echaba al agua el “llexiu”, elaborado con anterioridad. Era este producto una
especie de lejía casera, a base de agua y ceniza. Solía introducirse también un
poco de cal y unas matas de barrilla o salicor, productos ambos de altas
propiedades cáusticas para que la uva se cortara, lo que ayudaría a su
pasificación. Cuando este liquido entraba en hervor se le introducía la
“bojarossa” (abrótalo silvestre) para darle un color dorado a los granos de la
uva.
Nos comentaba Bernat
Banyuls en una entrevista realizada cuando contaba 95 años de edad. Que siendo
muy joven, en su casa se escaldaron 80 quintales de pasa, que vendieron a cuatro
duros el quintal (un quintal correspondía a dos capazos). En aquellos años se
decía que la pasa era muy rentable “a duro el asa” en referencia a que un capazo
tenía dos asas. Aunque en alguna otra ocasión los precios cayeron hasta las
nueve pesetas el quintal de 50 kilogramos.
Después de sacar la uva
de la caldera eran siempre las mujeres las encargadas de esparcir los racimos
recién escaldados en los cañizos, a cada uno le cabían tres arrobas de pasa. Los
cañizos se dejaban, durante el día al sol y si había buen tiempo, se apilaban y
se colocaba encima otro cañizo para proteger del rocío, si por el contrario,
amenazaba lluvia o se acercaba mal tiempo, se entraban los todos ellos dentro
del riu-rau en pilas de seis o siete. La exposición al sol era aproximadamente
de siete días. Cada dos días se le daba la vuelta a los racimos de pasa, para
ello se ponían dos cañizos, uno encima del otro y sujetos con cuatro ganchos de
hierro, entre dos hombres se les daba la vuelta. En muchas ocasiones, también lo
hacían las mujeres.
Riurau de la casa del Cocó
Para la confección o "escaldá"
era imprescindible el contar con un riu-rau y que este estuviera orientado al
sur.
Los riu-rau estaban
construidos con piedra, barro y cal, los arcos de medio punto solían ser algunos
de piedra tosca y los más con ladrillos de barro cocido. Las vigas del techo son
de madera de pino y sobre ellos descansan los cañizos confeccionados con cañas
unidas por un cordel de esparto y sobre ellos barro como base de la cubierta de
tejas.
En las vecinas tierras de Pedramala solía
cantarse esta canción:
Mare, mare, mare, que el riurau es crema.
Mare, mare, mare, i els canyissos també.
Mare, mare, mare, que el riurau es crema.
Mare, mare, mare i a mi se me crema la novia
també.
El riu-rau debe tener
una buena ventilación, de ahí que algunos tengan unas ventanas verticales en su
cara norte para que exista una buena circulación de aire a través de ellas y
siempre tienen que estar orientados al sur.
La pasa después de seca
se llevaba a la “cambra” y se esparcía sobre el piso en un grosor variable hasta
su posterior venta.
Otro sistema utilizado
para el secado de la pasa eran las estufas que por calor aceleraban el tiempo de
secado. En Calp habrían cinco o seis estufas, casi todas tenían termómetro para
controlar el calor, las uvas estaban dentro unas horas (10/12 a unos 35/40º) La
pasa de la estufa era más oscura que la secada al sol en los cañizos, pero en
contrapartida no se apolillaba. Nos cuenta Pedro Pastor en su obra, Calpe,
Gentes y Hechos, que el rito gastronómico completaba las jornadas. El amigable y
familiar “asmorsaret”, en el que no faltaban las ricas y abundantes ensaladas a
base de productos caseros; el “mullaor” de berenjenas, tomates y pimientos
asados, con trozos de ajo y abundante aceite de la propia cosecha, la “salmorra”
de pimentón o tomate, el pan casero y el vino del terreno. Al finalizar la “escaldá”,
el plato fuerte a base de guisado de “rajá”, o “suc de polp” o el exquisito “
arròs en sigrons i conill”.
La elaboración de la
pasa tuvo un gran auge durante el siglo XIX y los primeros años del XX. La plaga
de la Filoxera en 1908-12. La primera guerra mundial y la competencia de la
pasa de la región griega de Corinto (más pequeña, sin pepitas y de piel más
blanda) significaron el fin del comercio de la pasa.
Entre los años 1910 al
1925 el precio de la pasa se mantuvo bastante estable, se pagaba a 20 pesetas el
quintal de 50 kilogramos. Por aquellas fechas los compradores que más solían
venir por Calp eran, Juan Crespo “de Có”, Antonio Bertomeu “Toni la Venta” y
Pepe “del Hostal”, todos ellos de la cercana población de Benissa. En la Cometa
las mejores tierras se dedicaban a la vid, también era notable la producción de
algarrobas en la partida. Se cuenta que Toni Águeda vendió 1.000 arrobas a duro
la arroba, el primer año que llevó la finca, cuando un jornal de sol a sol era
de seis reales. Los jornaleros que venían de Benissa, azada y capazo al hombro,
tenían que estar al tajo al amanecer y trabajar hasta que el sol desaparecía de
Ifach.
La trilla con el mulo y la tabla
Sin embargo poca era la
producción de la almendra o del olivo entre los pocos agricultores del lugar. La
almendra se vendía ya partida, trabajo que realizaba la familia entera,
rompiendo la cáscara sobre una losa y con el “picó” de hierro. Fincas de grandes
terratenientes, como la Empedrola, producían grandes cantidades de almendra o
algarroba.
En el caserío de la
Cometa había siete u ocho mulos para desarrollar los trabajos de carga y para
arar la tierra. Los labriegos tenían por costumbre para cada tarea un cante
distinto, uno para los trabajos de trilla, otro para labrar, etc,.
“Tot el día llaurant,
tot el día cantant”
José Tur "Águeda" en una imagen de José Luis Luri
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Pero no todo era
trabajo, en aquellos años las fiestas de la Cometa eran muy populares, el
tabalet y la dulzaina amenizaban la fiesta. Era muy popular el Tì Benito de
Callosa de Ensarriá. En una ocasión nos contó el Tì Bernat, vino por su
mediación hasta la banda de música de Gata, lo cual fue todo un acontecimiento.
En casi todas las casas de campo había personas que tocaban algún instrumento
musical, ya fuera la guitarra, el laúd, el acordeón o la pandereta y amenizaban
las cálidas noches de verano con bailes.
En las largas y frías
noches de invierno o cuando había mal tiempo, lo aprovechaban para picar
esparto, confeccionar alpargatas, hacer sombreros o capazos.
Curiosamente, ningún
habitante de la Cometa fue marinero, todos se dedicaron a la tierra.
Calp estiu de 2018
Al Tì Bernat de la
Cometa a los 117 años de su nacimiento.
A Antonio Tur Pineda "Águeda" cometero de pro.
Andrés Ortolá Tomás