Vicente
Buigues Ferrando
Nace
nuestro protagonista el 6 de Diciembre de 1864 en el seno de una
familia de labradores y pescadores en la pequeña
población de Moraira en el termino municipal de
Teulada. Desde muy niño siente una gran afición
por las cosas de la mar y en su juventud aprende
el oficio de calafate. Ya casado enferma de
fiebres terciarias muy comunes en esta zona
donde proliferaban los mosquitos anofeles
en las charcas de agua dulce, sobre todo en las
acequias y los restos de balsas de unas antiguas
salinas del llano de Ifach. Alguien les dijo de
hacer un cambio de aires y de llevar al joven
matrimonio a Cabo de Palos, cerca de Cartagena
donde el clima era muy sano y donde nadie tomaba
medicamentos. En 1885 llega Vicente y su esposa
Jacinta Vives a Cabo de Palos que por aquel
entonces era un lugar casi desértico, compran una
finca y embarcaciones con la esperanza de que
pronto podría trabajar sus tierras o la mar. Así
fue en efecto, curó de su larga enfermedad y con
la salud le vino la actividad y empezó trabajar
sus tierras.
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Vicente Buigues en el patio de su casa de la salina
Vicente
y Jacinta tuvieron la desgracia de que se primer
hijo al que llamaron José falleciera al poco
tiempo. Tuvieron cinco hijos más; José, Vicente,
Hermenegildo, Antonio y Josefa . Nos contó su
hijo Vicente (en 1981) que
“ como la distancia
entre Cabo de Palos y Oran en Argelia, es poca
–sólo 110 millas- muchos pescadores del pueblo
se dedicaban al contrabando de tabaco en sus pequeñas
embarcaciones. Su padre vio que este tráfico no
iba contra los intereses del Estado, sino contra
un monopolio ilegal democráticamente, por lo que
también se dedicó a este tráfico lucrativo,
aunque expuesto. Algunos años después cuando se
había repuesto económicamente adquirió un
velero el Joven Miguel para hacer el tráfico de
cabotaje entre los puertos españoles y
africanos”.
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Faluchos utilizados por los pescadores en el levante
El
día 4 de Agosto de 1906, sobre las 5 de la tarde
en uno
de aquellos viajes, navegaban el
pailebote Joven Miguel patroneado por
Vicente Buigues, proveniente de Valencia con lastre, hacia Cabo de Palos a
cargar sal y el falucho Joven Vicente al
mando de Juan Bautista Buigues, primo de
Vicente, les pasó el trasatlántico
italiano Sirio que hacía la ruta Génova- Buenos
Aires y que según comento el propio Vicente
“
navegaba a un rumbo extraño, y su capitán debía
ser un idiota o un marino de una habilidad
extraordinaria”,
al navegar por aquella zona a
la velocidad que lo hacía (más de 15 nudos)
siendo que era un lugar muy peligroso debido a
multitud de bajos, especialmente el llamado de las
Hormigas, con sólo 3 metros en su parte menos
sumergida.
A
los pocos minutos un ensordecedor crujido desgarró
el casco del Sirio,
que quedó inclinado con la proa elevada
sobre la superficie, tambaleándose varado sobre
la cima del bajo, mientras su popa, el área donde
se encontraba el pasaje de 1ª clase, iba
hundiéndose poco a poco. En poco tiempo
tan sólo un tercio de la nave -el puente, las dos
chimeneas y la cubierta de proa- sobresalían del
agua. Tras la conmoción inicial, el pánico se
apoderó de pasajeros y tripulación, algo
comprensible si se tiene en cuenta que a
principios de siglo pocas eran las personas que
sabían nadar, y los buques de pasajeros contaban
con un reducido número de botes salvavidas,
insuficientes para
garantizar la evacuación de una nave
sobrecargada de
pasajeros. Los gritos de socorro y de dolor
entre los angustiados
pasajeros, gran parte compuesto por mujeres y niños,
inundaron aquella apacible tarde de verano.
Ver crónicas y fotos del Sirio CLIC |
La
nave quedó escorada a estribor, lo que dificultó
las tareas de arriado de los botes salvavidas.
Muchos pasajeros de la cubierta de popa quedaron
atrapados bajo el
toldo que les protegía del sol, en una
especie de red que les arrastró bajo el agua. La
tripulación fue incapaz de controlar la situación
en todo momento y abandonó al pasaje a su suerte,
lo que provocó
escenas dantescas en lucha por la
supervivencia. Incluso
algunos miembros llegaron a quitarse el
uniforme antes de
abandonar la nave para pasar desapercibidos
entre el pasaje.
El
naufragio fue presenciado por varios buques
mercantes -pues
se trataba de una zona muy transitada por el tráfico
marítimo- como el navío francés Poitien que
negaron auxilio al Sirio por miedo a varar sus
naves al aproximarse. Otros como
el vapor italiano Umbría y el español Mª
Luisa optaron por
enviar botes para recoger a los náufragos.
Vicente
Buigues tuvo sus más y sus menos con su tripulación
(todos parientes suyos, por cierto). Según se
iban acercando al Sirio podían observar el caos y
las escenas de pánico que se desarrollaban. En
torno a la proa del trasatlántico chapoteaban
docenas de personas que
habían sido empujadas al mar por la
muchedumbre aterrada. Entre el
griterío, de cuando en cuando, se
escuchaba el ruido seco de algún disparo. Ya hacía
algún tiempo que había dejado de sonar el silbo
de vapor del buque dando la alarma por lo que los
sonidos de la tragedia
llegaban de forma nítida hasta los oídos
de los marineros alicantinos.
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Tras
media hora de tensa navegación, Buigues colocó
su pailebote
paralelo al casco del Sirio y como a unos
quince metros de distancia. En la borda del buque
naufragado cientos de personas alargaban sus
brazos
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Idealización del salvamento del Joven Miguel
En
total, Buigues y la tripulación del Joven Miguel
consiguieron salvar
El
Sirio permaneció 16 días varado sobre la cima
del Bajo de Fuera,
hasta desaparecer completamente el 21 de agosto de
1906. Si la
tripulación hubiese actuado con calma y
profesionalidad, hubiese
permitido evacuar al pasaje con calma, con
la consiguiente reducción en pérdida de vidas.
Algunos
testimonios históricos de supervivientes, como el
de Augusto Fioretti, relatan como tuvo que luchar
por un
chaleco salvavidas y vio, con sus propios ojos,
como un hombre,
preso del pánico, se suicidaba con un revolver
tras besar
una carta. Otros testimonios hablan de disparos a
bordo y luchas por apoderarse de cualquier objeto
que flotara entre los pasajeros que no sabían nadar En esta época,
muchos pasajeros iban armados, algo
lógico si tenemos en cuenta que se disponían
a viajar al continente americano portando todas
sus pertenencias, y que en aquella época era una
costumbre extendida.
Entre
el pasaje viajaban muchas personalidades ricas
y célebres, como la famosa cantante de
zarzuelas Lola Millanes. Testigos presenciales cuentan que pidió un revolver
para suicidarse, aunque finalmente no tuvo
tiempo material y pereció ahogada, recuperándose
su cadáver días más tarde arrastrado por las fuertes
corrientes en la localidad
alicantina de Torrevieja. El Obispo de San
Pablo de Brasil, también falleció en el
naufragio.
Entre
los personajes famosos que se salvaron destacan,
Monseñor Marcondes, Arzobispo de Para (Brasil); Leopoldo Politzer, Cónsul
austriaco en Río de Janeiro; T.
Eberna, director de ópera; el famoso tenor
Maristany; el
maestro Hermoso, director de la banda de música
del Hospicio de Madrid y el famoso médico
italiano Franza .
El Joven Miguel, el barco con el que Vicente Buigues salvó la vida a tantas personas entró a reparar en el Arsenal de Cartagena por orden del capitán general ya que quedó muy dañado tras su heroica hazaña.
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Buigues a los 46 años y con posterioridad
A propuesta del Ministro de Marina, José Ferrandiz. En sesión del 12 de Octubre de 1907, se inicia el proyecto de Ley para ratificar las distinciones entregadas por el Ayuntamiento de Cartagena a los salvadores de los náufragos del Sirio. Esta propuesta fue ratificada por el Congreso en sesiones de 19 de Febrero y del 27 de Febrero de 1908. De los tripulantes del Joven Miguel, fue Ginés Soler el marinero que tuvo una actuación extraordinaria, por lo que recibió la Cruz de plata con distintivo rojo y pensión vitalicia de 7,50 pesetas mensuales. El resto de la tripulación, la misma distinción, pensionada con 2,50 pesetas. La tripulación la componía el patrón Vicente Buigues Ferrando, sus dos hijos Vicente y Hermenegildo Buigues Vives, Ramon Montoro, Francisco Arlandis y José Martínez.
Vicente Buigues fue condecorado por los gobiernos de España e Italia con la Cruz de 1ª clase del Mérito Naval con Distintivo Rojo, pensionada con 30 pesetas mensuales. Con la Medalla de Oro de Salvamento de Náufragos.
El propio rey Alfonso XIII le recibió en audiencia en el Palacio Real de donde surgió una amistad personal que perduró en el tiempo. A este respecto, años más tarde encontrándose Vicente en el puerto de Valencia, el Rey realizó una visita a este lugar y al ver Vicente el revuelo que se originó, pregunto que pasaba y al enterarse que era el Rey, saltó el cordón de seguridad con la intención de saludarlo, y casi fue arrestado por las fuerzas del orden.
El Joven Miguel acabó sus días al ser abordado por el acorazado Pelayo durante uno de sus viajes cargado con petróleo refinado procedente de Argel. Según contó el propio Vicente, el comandante del Pelayo le dio 20 “duros” y le dijo, toma Buigues para que des de comer a tu familia y con la condición de que no hagas más contrabando. Y el “ti Vicent” le contesto; con estos 20 duros volveré a empezar. Y es que Vicente Buigues a raíz del salvamento del Sirio tenía un bien ganado prestigio entre los marinos militares. De hecho dos de sus hijos, Pepe y Vicente, ingresaron posteriormente en la marina militar. Esta versión contada personalmente por uno de sus nietos, no cuadra con hechos investigados con posterioridad. Lo cierto es que el Joven Miguel era patroneado por uno de sus hijos; Vicente Buigues Vives, en Agosto de 1915. De ser cierta la versión de los " 20 duros" que le dio el comandante del barco que les abordó, suponemos que se trataría de uno de los faluchos que Buigues tenía antes de haber adquirido el Joven Miguel. Lo cierto es que a día de hoy no hemos podido confirmar como acabó sus días el pailebote Joven Miguel.
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Modelo de pailebot
Una
de las actividades que desarrolla paralelamente a
la navegación fue la salinera con la explotación
de la sal en Cabo de Palos, más tarde compró
unos terrenos en Canet de Berenguer en Castellón
donde su hijo Antonio se encargó de construir una
nueva salina y que en 1934 aproximadamente
vendieron a Salinera Catalana y donde Antonio pasó
a administrar las salinas del Alted en Alicante.
Más adelante nos sigue contando su hijo Vicente....”Habían pasado veintitantos años de la salida de la comarca donde se había criado y le había sacado la malaria, no obstante no había olvidado su zona de nacimiento. Con intención de volver hizo pregunta sobre como se podrían desterrar las terciarias de un lugar. Le dijeron que inundando las tierras pantanosas con agua del mar y haciéndola circular, no se criarían los mosquitos. Dado el cariño que tenía a Calpe concibió la idea de vender las tierras que sus padres le habían comprado, más todo lo que había adquirido el, para volver a Calpe dispuesto a luchar por desterrar la enfermedad palúdica que se había hecho endémica en el lugar de su nacimiento y sus alrededores. En 1917 compra las tierras donde radicaba el foco de la enfermedad, (ver artículo Salinas) el llano de la fosa de Ifach, puso maquinaria en la orilla del mar, en lo que ahora llaman Cala de la salina, para elevar el agua hasta lo más alto del lodazar matando así las larvas de los mosquitos propagadores de la enfermedad endémica de la zona. Pronto empezó a notarse la mejoría en los afectados del terrible mal, con gran satisfacción de mi padre, que pudo saber que las victimas del mal sanaban gracias a el”.
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Buigues, en el centro de la imagen, en la salina de Calp
Habiendo
fallecido su esposa Jacinta contrae matrimonio con
una viuda de Cartagena llamada Carmen.
Vicente
hombre polifacético donde los haya, tenia un
largo bagaje de experiencias de todo tipo y una
que podríamos calificar de “curiosa” era la
habilidad que se le atribuía de “cortar” las
mangas de los tornados, habilidad que había
adquirido de sus tiempos de navegante. Las mangas
de tornados eran bastante habituales en aquellos años,
por esta zona solían salir desde el cabo de
Moraira y se internaban en el mar. Pues bien, la
gente decía por Calpe que el
“ti Marguí
tallava les maneges”
y por eso le daban las
culpas en las épocas que no llovía. Vicente
conocía la oración y con unas simples tijeras
hacía el ademán de cortarlas sobre el horizonte
al mismo tiempo que rezaba una oración y claro
como a el no le interesaba que lloviera porque se
estropeaba la cosecha de la sal, la gente le
atribuía la escasez de las lluvias.
Tenía
don Vicente una criada ( Pepa el Zurdo)
que le llevaba el almuerzo a la salina,
dicho almuerzo consistía en un tazón de sopas de
leche y pan, como le molestaba la dentadura
postiza se la quitaba, e igual la dejaba en el
suelo y las más de las veces no sabía donde la
había dejado.
Iba este hombre excepcional siempre descalzo o con unas simples alpargatas, debido a ello tenía los dedos de los pies completamente abiertos.
En
cierta ocasión, cuando la expulsión del
Rey Alfonso XIII, se encontraban don Vicente y mi
padre arreglando un "tablacho" y se puso
a llorar, mi padre le preguntó;
"ti Vicent
que li pasa, per que plora?" el le contestó.
Hay Pepet tu todavía no entiendes de esto,
pero han expulsado al Rey de España y esto nos
traerá mucha sangre y desgracia. El se
consideraba amigo personal del Rey y además
tenía una gran visión política de lo que podía
suceder a partir de aquel momento.
Andrés
Ortolá Tomás